Page 97 - Vida y Obra de Vizcardo Guzman - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de Juan Pablo Viscardo y Guzmán
fue adquirido por el Sr. Federico M. Vogelius y él, por intermedio del historia-
dor don Julio César González, nos ha facilitado la copia que empleamos para
esta recopilación.
Se conocen otros dos ejemplares de esta edición. Uno en poder del
Prof. J. J. A. Segura, en Nogayá, Entre Ríos, un tanto deteriorado, del cual
su poseedor también nos ha facilitado una copia; y otro en manos del colec-
cionista e investigador Juan Jorge Cabodi, quien prepara una bibliografía de
la imprenta peruana que amplía considerablemente las de Medina y Vargas
Ugarte.
La octava edición, Lima, 1822
La última de las ediciones de la Carta que se realizan dentro del pro-
ceso mismo de la emancipación, es la peruana. Aparece en los Nos. 16, 17, 18
y 19 del Correo Mercantín, Político y Literario de Lima, correspondientes a los
días 28 de febrero y 7, 14 y 22 de marzo de 1822. Reproducimos los números
completos de ese periódico, tomados de la colección de la Biblioteca Nacional
de Lima. 81
El editor del Correo... era Fernando López Aldana, de ilustre trayec-
toria revolucionaria en los días de Abascal, discípulo de Baquíjano y Carrillo
y redactor de El Satélite del Peruano, uno de los más interesantes periódicos
limeños entre 1811 y 1814, en la breve primavera libertaria decretada por las
Cortes de Cádiz.
A comienzos de 1822 López Aldana apoyaba al grupo republicano que
formaban Sánchez Carrión, Mariátegui, Pérez de Tudela, Arce y Luna Pizarro.
La edición de la Carta de Viscardo por primera vez en el Perú, en los días en
que se debatía el destino político del país en el seno de la Sociedad Patriótica,
tiene un innegable sentido de reconocimiento al mensaje ideológico del pró-
cer arequipeño; reconocimiento que se perderá pronto en largo decenios de
silencio y olvido.
Extraña de veras que esta edición limeña de la Carta, que aparece al
tiempo que otra, también célebre, la de El Solitario de Sayán, no tuviera visi-
bles resonancias. Ni en el intenso debate periodístico que suscitó la caída de
Monteagudo, ni en las deliberaciones del primer Congreso Constituyente se
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81. V. infra, doc. n° 132.
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