Page 73 - Vida y Obra de Vizcardo Guzman - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de Juan Pablo Viscardo y Guzmán
            perspectiva, para nuestros historiadores liberales y románticos Túpac Amaru
            y Viscardo quedaron muy lejos, menos por la cronología que por el mensaje.
            Ellos habían encarnado en 1780 y 1781 un primer intento de amplia integra-
            ción nacional, un primer proyecto, para la comunidad andina y panperuana,
            de vida autónoma y libre.
                    José Gabriel de Condorcanqui y Noguera resumía en su estirpe y en
            su propia experiencia vital tres centurias de reivindicaciones indígenas y me-
            siánicas reminiscencias ancentrales, que afloraron constantemente pero sobre
            todo en el siglo XVIII. Mas era también un mestizo culto, cuyo designio re-
            dentor no entrañaba una mera regresión histórica. Por eso pretendió asumir,
            junto a las propias, más íntimas y dramáticas, las revindicaciones de los otros
            grupos sociales.
                    De la atenta exégesis de los documentos fundamentales del movimien-
            to —Bando de Andahuaylillas, Edicto de Carabaya, Edicto de Chichas— fluye
            inequívocamente un Túpac Amaru político que sigue un plan y que formula
            el cambio como una apelación a quienes a través de una historia solidaria han
            comenzado a forjar la nacionalidad: indios, mestizos, criollos, zambos, negros
            esclavos... es decir, a cuantos en diferentes grados y maneras tienen una con-
            ciencia de rechazo a la dominación española. Una y otra vez Túpac Amaru
            habla en sus textos de sus paisanos y de sus compatriotas; a todos les propone
            que «vivamos como hermanos y congregados en un cuerpo destruyendo a los
            europeos»; y a todos, «por ser todos paisanos y compatriotas, como nacidos
            en nuestras tierras y de un mismo origen de los naturales, y por haber pade-
            cido todos dichas opresiones y tiranías de los europeos», los convoca a una
            tarea común de unidad y de justicia social, como un mandato, dice, «del bien
            común de nuestro reino».
                    En esencia, los planteamientos de Túpac Amaru en noviembre y di-
            ciembre de 1780 coinciden con los que hace desde Italia, en septiembre de
            1781 Juan Pablo Viscardo y Guzmán, criollo arequipeño con vínculos de con-
            vivencia y afinidad familiar política con los Pomacallao, los caciques de Pam-
            pacolca, y con parientes comunes —los Rodríguez de Cabrera—, con el Inca
            Garcilaso. Esas primeras cartas de Viscardo escritas bajo el impacto de las no-
            ticias de la rebelión de su paisano, dicen casi exactamente lo mismo: la nación
            peruana es un cuerpo formado por indios, mestizos y criollos, enfrentados
            todos al peninsular advenedizo al que llaman aucca, guampo, es decir, enemi-
            go. Esa nación apoya el movimiento de Túpac Amaru —que en la imaginación



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