Page 63 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Huánuco de 1812
            alboroto en Pasco y menciona la siguiente: «Después que ya la maraña / de la
            Europa está savida, / ¿Deberá seguir unida / nuestra América a la España?...».
            Relata también que Aspiazu reiteraba a menudo que era necesario arrojar a los
            chapetones que maltrataban a los criollos y patricios, le atribuye la redacción
            de una proclama a los Americanos y afirma que le comunicó la sublevación de
            Huánuco, la cual terminaría con los chapetones porque los «matarían ponien-
            do estacas en las aceras con lazos para amarrarlos».
                    Otro de los personajes que figura en estos autos es el misterioso lego,
            prófugo de la revolución de La Paz, que vivía en el Convento y el cual, según
            parece inferirse de otras piezas de estos procesos, se llamaba Fr. Cayetano Mo-
            rales o González.
                    En el documento D601 prosigue la actuación de las pruebas y la eta-
            pa procesal de la defensa, encomendada a los designados por los reos o a los
            nombrados de oficio, muchos de los cuales no eran letrados por la notoria
            falta de abogados en la ciudad.
                    El defensor de Crespo y Castillo, consecuente con la confesión del cau-
            dillo, alega su ilustre nacimiento, pocas luces e instrucción, torpeza y debilidad
            de cabeza, y sostiene que actuó intimidado por los indios. Protesta, además,
            porque se le niega información, sostiene que todos los parientes abandonaron
            a su patrocinado y se anticipa a recordar que las Cortes «han desterrado la
            pena de muerte».
                    En el curso de este expediente se sindican también como autores prin-
            cipales a Crespo y Castillo, José Rodríguez y Durán Martel y se reiteran los
            cargos e interrogatorios sobre los pasquines y la propaganda revolucionaria
            anterior al movimiento insurgente, la presunta llegada de Castelli, la rivalidad
            entre criollos y peninsulares; y, nuevamente se cita la influencia de «El Perua-
            no» y los discursos de los Diputados de las Cortes de Cádiz. Los defensores
            esgrimen todos los argumentos y, como índice de la trascendencia de esta
            rebelión, es interesante señalar que el abogado Francisco Calero, tan patriota
            como exaltado demagogo, sostuvo que su defendido, el P. Ledesma, no podía
            estar complicado «en la ruina de todo un Pueblo, o tal vez de todo un Reino».
            Dato significativo es el referente a la llegada, en uno de los correos del año
            1811, de una «carta de lugar distante», que fue recibida por el regidor Crespo y
            Castillo, acordándose en el Cabildo que se remitiese original y sin dejar copia
            al Virrey, «juramentándose antes todos los capitulares de guardar secreto»; y
            se agrega que se silencia el nombre del firmante y su contenido «porque no



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