Page 60 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Volumen 1
                                                                    Prólogo a la primera edición
            coristas y que sólo acogía en su intimidad al P. Villavicencio. Tenía familiares
            en la ciudad, entre ellos su hermano Pedro Durán Martel, con tienda abierta de
            abarrotes y que testifica en los autos, y otros parientes como doña Ciriaca Mar-
            tel; y estaba también emparentado con el caudillo insurgente D. José Rodríguez.
                    Durán Martel, «el capitán de los alzados indios y mestizos», como lo
            llaman en algún documento, había convertido su celda en un verdadero cen-
            tro de agitación revolucionaria. Allí se redactaban los pasquines y se señala-
            ban los sitios donde debían fijarse, almacenaba piezas de artillería y dos caño-
            nes de maguey que él había fabricado, discutía con el P. Villavicencio el modo
            de perfeccionarlos y cargarlos; y en su celda también recibía a los emisarios de
            los pueblos de indios. Es interesante indicar que guardaba también la pintura
            de un águila con aves y letras de acero oscurecidas, posiblemente la misma ó
            una copia de la que poseía José Rodríguez.
                    Su posición contra los europeos es muy definida. Sostenía que sólo
            los criollos debían ser jueces «como en Arequipa» y no debían sufrir más las
            prisiones injustas y los castigos que les infligían los europeos, alentándolos a
            defender a la Patria y arrojar a todos los chapetones. Aconsejaba a los huanu-
            queños los mejores medios de acabar con ellos, como por ejemplo golpear
            a sus puertas y liquidarlos a su salida, ó «balearlos cuando anduviesen en la
            patrulla». Fue, asimismo, Durán Martel quien hizo circular las noticias de que
            los curas de S. Francisco querían acabar con los sacerdotes criollos y cholos;
            y, girando en el círculo de sus propios intereses, porque tenía tabacales en la
            ciudad, atribuye al subdelegado la orden de extinguirlos de raíz, instruyendo
            a los indios que esa disposición era violatoria del libre comercio y de la supre-
            sión de los estancos y que no podía emanar del Consejo de Regencia.
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                    Por lo que toca a los versos y literatura subversiva de la revolución,
            el testigo Narciso Ponce declara que Durán Martel sacó en su presencia un
            pliego con 18 décimas para que las copiara y habiendo entrado Fr. Ignacio
            Villavicencio a la celda, le dijo que él pondría los puntos y comas y corregiría
            las copias; y se menciona entre sus producciones de ese tipo literario un pliego
            de cuartetos sobre el tabaco del estanco, con el cual «se quería matar porque
            daba moquillo»; así como otros versos en quechua y castellano.
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            26. La Real Orden del Consejo de Regencia, del 24 de marzo de 1811, sancionando el Decreto de las Cortes por la cual se otorgaba
            a los americanos igualdad y representación en las Cortes, amplia opción a todos los empleos y libertad para sembrar y cultivar, fue
            comunicada por el Virrey Abascal el 20 de Setiembre del mismo año. [Nota de la autora].



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