Page 58 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Volumen 1
Prólogo a la primera edición
de su conocimiento de los sucesos de Buenos Aires, contesta que si bien no los
conocía en globo, sabía que los criollos estaban en guerra con los españoles; y
a la pregunta referente al dicho que se le atribuía de «muera el mal gobierno»,
se limita a responder que los jueces españoles eran malos.
José Rodríguez, el segundo de los ajusticiados en la rebelión, apare-
ce induciendo a los indios con pasquines y arengas a terminar con los «eu-
ropeos»; y en los combates de Ambo surge su figura, siempre a caballo, ca-
pitaneando 1,000 ó 2,000 indios, con bandera enarbolada y seguido de sus
familiares. En su confesión alega que pasaba su vida en los montes y que los
chapetones «le engañaban su sudor». Como dato interesante cabe señalar que,
según testimonios, en una reunión con Durán Martel sacó un pliego con un
águila pintada, con aves y un letrero al pie en los términos siguientes: «un
lucero de asero obscurecerá en Huánuco». El propio Rodríguez aclara que era
una pintura de un águila de muchas flores, en negro y colorado y en letras de
los mismos colores se decía «El lucero está eclipsado»; que lo trajo del Cerro
donde había otros y que Durán Martel le dijo que era útil «para formar otros
pasquines». El origen de esta pintura se aclara con la declaración de Manuel
Reyes, el cual expresa que en el Cerro un bordador le vendió esa pintura y al
mostrársela a Rodríguez se quedó con ella y se negó a su devolución.
No menos importante es en estos autos la actitud del clero, criollo y
mestizo, del orden regular y secular. Los religiosos huanuqueños no excusan el
declarar a cada paso contra los frailes españoles, alegando entre sus agravios,
que no querían recibir cholos en sus conventos y comprendiendo en esta im-
putación hasta a los religiosos de Ocopa, cuya valiosa labor misionera parecen
no recordar. Participan en la rebelión abiertamente, como instigadores inte-
lectuales y como sujetos activos de la misma, repican campanas para festejar la
primera victoria de Ambo, conspiran y acopian armas en sus celdas, redactan
proclamas, componen versos revolucionarios y remiten cartas subversivas a
los pueblos indios sembrando en ellos la más fructífera semilla de rebelión.
En la vasta lista de religiosos complicados destacan las figuras de Mar-
cos Durán Martel, Mariano Aspiazu, Ignacio Villavicencio y Francisco Ledes-
ma. Formaban todos ellos un cenáculo intelectual, componían versos y eran
a un tiempo mismo muy versados en doctrina política, conocedores de los
sucesos españoles y europeos y con probadas conexiones con los focos revolucio-
narios de América, como Quito, Santa Fe, Caracas, Buenos Aires, Chile, La Paz. 25
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