Page 106 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Volumen 1
Prólogo a la primera edición
soberano y llega a sostener que cada pueblo puede escoger la especie de sobe-
rano que le acomode. Los procuradores de las ciudades representaban, según
esa argumentación, las diversas soberanías parciales y se señala la forma cómo
debían ser elegidos para considerarse propiamente los «Padres de la Patria».
La más somera confrontación entre estos artículos, de índole liberal y
constitucionalista, y las declaraciones y alegatos que figuran en los procesos de
la rebelión huanuqueña, permiten verificar su correspondencia, que alcanza,
inclusive, a la propia terminología. En particular, fueron los eclesiásticos insu-
rrectos los que se saturaron con estas tesis y, como tuvimos ocasión de señalar,
aún en la representación de Fr. Marcos Durán Martel, dirigida desde Ceuta, se
reflejan idénticos conceptos.
El tema del Inca y de la restauración del Imperio.— El ancestral mito
del Incario fue una idea fuerza a lo largo de las rebeliones indígenas desde
los mismos días de la Conquista. Los mismos insurgentes criollos y mestizos
invocaban como enseña el nombre de alegados representantes de la nobleza
imperial incaica para ilusionar a las masas indias, fascinadas por el influjo
psicológico que aún mantenía el Incazgo entre sus antiguos vasallos.
Ese tema vernacular de la restauración del Imperio incaico insurge
con renovado vigor en las rebeliones del siglo XVIII, no sólo en las de carácter
indígena, cuyo ápice se marca con la de José Gabriel Túpac Amaru, sino en las
encabezadas por criollos, como la cuzqueña de 1805. El «Mercurio Peruano»
de 1792, recogiendo esa realidad, expresa que «en sus revueltas los indios que-
rían ocupar el lugar de sus antiguos Emperadores».
En los movimientos insurgentes del Virreinato rioplatense el mito del
Incario resuena con acentos propios; y tanto Moreno, como Belgrano y Cas-
telli, en documentos y proclamas, algunos en idiomas vernaculares, contribu-
yen a su propagación. La decadencia de la Monarquía española fue, además,
un factor propicio para alentar, por lo menos como argumento político, la
tesis de esa restauración incásica o del llamado «Plan del Inca».
La rebelión de Huánuco constituye el ejemplo más demostrativo y
avalado con documentación, de la persistencia del mito del Incario. Su tipi-
cidad radica, empero, en el hecho de que coincide con esa etapa en la cual el
tema nativo del Perú se había difundido por toda América y en tal forma que
retorna a su fuente de origen a través de vías alienígenas. Se comprueba este
aserto con los expedientes de los procesos de la insurrección de 1812, en los
cuales se identifica a las veces la figura emblemática del Inca con la de Castelli.
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