Page 102 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Volumen 1
Prólogo a la primera edición
que los indios reclamaban su heredad como suya y afirmaban que ya eran
otros tiempos.
La abierta animosidad de los criollos de Huánuco contra los europeos
o chapetones, otra de las motivaciones de la rebelión, se refleja en todos los ex-
pedientes de los procesos y en el precitado manifiesto. Los acusan de centrali-
zar todos los cargos sin darles participación y de enriquecerse con su sudor, de
reunir juntas e inclusive de guardar armas en los conventos de frailes europeos
para acabar con ellos. Afirman que tenían un franco criterio segregacionista
y los denigraban con el apelativo de «cholos», sin quererlos admitir ni en los
conventos; y se termina por sostener la peregrina tesis de que en el Cerro que-
rían coronar Rey a un europeo para conquistarlos.
El clero refleja igualmente la escisión en la unidad eclesiástica, mante-
nida sólo en lo espiritual, y era absoluta la diversidad de intereses, relaciones
y aún formas de vida. Fue el elemento criollo religioso, como hemos visto con
latitud, el que contribuyó a fomentar las divisiones entre europeos y españoles
y empujó a los indios para unificar fuerzas.
En el cuadro de las motivaciones locales de la rebelión es importante
destacar el rol jugado por el cabildo de la ciudad de Huánuco, en gran parte
integrado por criollos; y de los demás pueblos, inclusive de los indígenas. Esos
centros edilicios encarnaban el espíritu localista, por su constitución a base
de lugareños y sus vinculaciones similares. Es evidente, además, que en los
cabildos provinciales se había generado una común aversión al régimen de las
Intendencias que había quebrado su auto-determinación; y se convirtieron en
focos subversivos no sólo en las ciudades sino en el medio rural. Los cabildos
de los Partidos insurrectos de la Intendencia de Tarma constituyeron el cen-
tro receptor oficial de los rebeldes y reaparece el antiguo cabildo abierto de
la Conquista. El cuerpo edilicio de Huánuco asume el rol de las autoridades
desposeídas o fugadas, dirige oficios al Intendente y al propio Virrey, recibe
los requerimientos y proclamas de González de Prada en presencia del pueblo
y adopta toda clase de decisiones. Nombra funcionarios, procede a instalar
una Junta Gubernativa o Provisional y actúa como centro autónomo. Otro
tanto se verifica en los cabildos de los pueblos cuyos alcaldes dan lectura a las
comunicaciones del General de los rebeldes y hasta designan embajadores. En
los actuados se insiste también en la afirmación del regidor Crespo y Castillo
y de otros jefes insurrectos en el sentido de que ya no existía la autoridad del
Intendente ni la del Rey.
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