Page 511 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
            muy considerable; la población de aquellos reinos aunque se calcula en veinte
            millones, por una rebaja excesiva puede para el objeto de que se trata reducir-
            se a la mitad, pues a sesenta mil almas cupo de cada diputado, resultan ciento
            cuarenta y tres; que regulados a cuatro mil pesos anuales, pues han de compu-
            tarse los gastos de venida y vuelta, corresponde en repartimiento igual contra
            los propios muy escasos en algunos pueblos, el anual censo da quinientos se-
            tenta y dos mil pesos fuertes; sin contar con las desgraciadas casualidades de
            un naufragio o apresamiento, como acaban de experimentarlo en el navío San
            Juan los de las provincias de Tarma y Trujillo y suplente de Lima, sin que hasta
            ahora se tenga noticia del puerto a que los haya conducido el enemigo.
                    Son muy visibles las quejas de los americanos y evitadas éstas, es en-
            contrado el remedio; es mucho el abatimiento y desprecio con que se les ha
            mirado, y que por todos medios se ha querido sostener por los últimos even-
            tuales gobiernos. El europeo Yermo, y el criollo marqués del Apartado suplen
            cado uno a las cajas reales de México cincuenta mil pesos fuertes; de orden de
            la Regencia comunicada por el marqués de las Hormazas se les previene pidan
            alguna gracia. Yermo solicita título de Castilla, y se accede; Apartado el que se
            le permita llevar en derechura por La Habana algunos muebles para su casa,
            comprados en Londres; he aquí la respuesta: «Condescendiendo el Consejo
            de Regencia con la solicitud de vuestra señoría por las justas consideraciones
            que merece, y expone en su instancia de 15 de marzo, ordena que los haga
            vuestra señoría conducir a Cádiz, en cuya aduana debe formarse el registro
            correspondiente conforme a las leyes de Indias.» Ese condescendiendo, ¿no es
            añadir el insulto al menosprecio?, ¿no era recordarle la negra perfidia de que
            usó el ministro Gálvez con el abuelo del actual para apoderarse del secreto
            de separar el oro que encierra la plata, con el pretexto de querer su majestad
            establecerlo en Lima y Potosí y apenas consigue lo revele expide orden en que
            lo aplica al rey, usurpando a ese vasallo el fruto de su aplicación y talento sin
            franquearle por él alguna recompensa?
                    Las mismas Cortes, ¿no expiden el célebre decreto de que al virrey
            Venegas se le conceda la gran Cruz de Carlos III y se premie a sus demás ofi-
            ciales y tropa, por lo que se han distinguido en tranquilizar el reino de Nueva
            España  cuando el tomar el bastón del mando fue el desgraciado momento de
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            encenderse la tea de la discordia, que no ha podido apagarse, como, pidiendo su

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            27. Diario de cortes, t. 5°, p. 241.


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