Page 509 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
P. 509

Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
            todos los satisfacían, se veían amenazados con la reconvención de ciento o
            más pesos de adeudo de derechos; mas los habitantes de la sierra que sólo se
            ocupan en el ejercicio de pastores, mitayos y jornaleros, como jamás negocian
            en un solo maravedí, instaban por su plantificación; y de aquí la discordia de
            opiniones y el alejamiento de las voluntades, que según prevenía la Gaceta de
            la Regencia del 11 de septiembre de 810 era el único intento del pérfido Napo-
            león: «Resulte, encargaba a sus emisarios, contradicción de dictámenes entre
            los americanos, y no hay que detenerse en la causa sea la de su desgraciado
            Fernando VII o de la oprimida España».
                    Se mandó al mismo tiempo se hiciese a los indios repartimientos de
            tierras, este encargo difícil y laborioso se encomendó en el Perú por aquel vi-
            rrey a una comisión de que fui nombrado jefe; se extendió después de muchas
            sesiones con todo el pulso que exigía su importancia, y no llegó a plantificarse
            por decirse ser operación dilatada y costosa; es muy regular se haya remitido
            el expediente de la materia; en su falta, y por si quiere examinarse, yo conservo
            casualmente los originales. Así que, viendo el indio subrogada a la modera-
            da pensión del tributo una insoportable carga, y reservada para en adelante
            la distribución de tierras que es la propiedad que más ama, se afianzó en el
            concepto de que la libertad que se les franqueaba era un solapado engaño;
            que jamás se cumpliría la posesión de terrenos que se les ofrecía; y que sólo se
            trataba de gravar hasta el extremo su miseria y opresión.
                    El indio es tenacísimo en conservar el resentimiento de la injuria, jamás
            olvida la falta de palabra y el no cumplimiento de las promesas; no pierden la
            memoria de las que se han quebrantado desde los primeros días de su reunión:
            aún lloran el exterminio de su último Inca confiado en la garantía del virrey
            Toledo, como si fuese un hecho reciente y de nuestros días; lamentan el atroz
            suplicio de Diego Túpac Amaru en 1780, después de haber rendido las armas y
            concedídosele el perdón, jurándolo dentro de la iglesia por el prelado del Cuzco
            y demás autoridades al tiempo de celebrarse el más augusto de los sacrificios.
                    Recuerdan por ejemplar la capitulación formada en 1557 por el tercer
            virrey del Perú marqués de Cañete con el negro Bayano titulado rey de los
            cimarrones y violada conduciéndole a la península en donde finalizó sus días,
            hasta la no cumplida a los de la isla de Santo Domingo, que se han visto morir
            en Cádiz mendigando el sustento o sirviendo en los oficios más bajos y abatidos.
                    Los ejemplares recientes lejos de desimpresionarlos afianzaban más
            su desconfianza; leían en las gacetas de México gloriarse Trujillo de haber



                                               508
   504   505   506   507   508   509   510   511   512   513   514