Page 504 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen 1
Dictamen de José Baquíjano sobre la revolución hispanoamericana
bastante derramamiento de sangre humana»; el de don Rafael Calvillo: «To-
dos los prisioneros han sido pasados por las armas».
Es igual el de don José Cruz publicado en Guadalajara el 23 de febrero
de 811; impone pena de muerte al hijo o padre que se socorriesen con el pre-
ciso alimento, si alguno de ellos es del partido de los disidentes; con la misma,
amenaza al que dentro de veinte y cuatro horas no entregase los cuchillos y
machetes de uso doméstico; la humanidad se estremece al verle escribir al vi-
rrey de Nueva España hablando de los vecinos del pueblo de Tepic que habían
tanto contribuido a la tranquilidad del país contiguo: «Estoy muy incomoda-
do por hallarme en necesidad de tratar con miramiento a los habitantes de ese
pueblo por su fidelidad y servicios hechos a la causa del rey», en los anales de
los tigres no se encuentra documento que se le compare.
Retratados por sus mismos hechos, para qué detenerse en descubrir el
concepto que tenía adquirido en Nueva España el general Calleja desde el año
de 94, en el que formó en la Nueva Santander ese gobierno militar, en que es
juez perpetuo el capitán de milicias que allí se establece, regidores invariables,
el teniente y subteniente y procurador perdurable el primer sargento; opri-
miendo así a los honrados vecinos de esos pueblos. Ni ¿para qué recordar lo
que el general Cuesta expresaba de su amanuense Cruz? Basta por todo ase-
gurar que del correo de Nueva España que acaba de recibirse en esta semana
hay carta en Madrid del virrey Calleja en que asegura que renuncia el mando,
porque no puede sofocar la insurrección renaciente por la crueldad y barbarie
de Cruz, pues éste es el mismo que en el pliego de providencia está nombrado
en segundo lugar para sucederle.
Y entre tanto agravio, violencia y rigor ¿qué hacen los cabezas y jefes
de los disidentes?, clamar y con esfuerzo de que se les oiga, y trate sobre los
medios de la reunión y tranquilidad. Hidalgo a la vista de México consternado
por hallarse situado a cuatro leguas de ella, en 30 de octubre de 810 remite por
parlamentario a su general Ximénez escoltado de cuarenta hombres con un
pliego cerrado para el virrey, se le aconseja pase por las armas al parlamento y
escolta, se abstiene por el temor de las represalias en Rui, Merino, García Con-
de y el oidor Collado que tenía en su poder Hidalgo, mas sin abrir el pliego lo
devuelve respondiendo, era indigno de ser oído.
Rayón dueño de la ciudad de Zacatecas y a la frente de cuarenta mil
hombres propone a Calleja un congreso para arbitrar los medios de concilia-
ción, éste contesta que por su buena intención era digno del indulto que le
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