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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
nos imputan que examinarlos con derecho»; así ha sucedido puntualmente;
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y en 29 de febrero de 812 se adopta el sistema de la Junta de reemplazos de Cá-
diz, y se remiten tropas a la América, con ellas se ha verificado lo que exponía
el juicioso Gandara al señor don Carlos III: «Es debilitar a España y arruinar
aquellas posesiones». Los primeros setecientos hombres que pasaron a Bue-
nos Aires perecieron todos con su oficialidad, en el desgraciado naufragio del
navío Salvador; los 84 artilleros que desembarcaron en Veracruz a los cuatro
meses habían perecido por la homicida enfermedad nombrada vómito prieto;
de cerca de diez mil hombres transportados a Nueva España no existen en
nuestros ejércitos dos mil, muchos han perecido por el rigor del temperamen-
to, otros en los encuentros y acciones que se han ofrecido. Según las últimas
noticias de aquel reino, quinientos cincuenta y cinco del Batallón de Asturias
perecieron a manos de los que se apoderaron del rico convoy que custodiaban;
el que ha entrado en Veracruz, se escribe será el último o penúltimo, pues la
indisciplina y desorden de la tropa hace temer más su rapiña que el asalto de
sus rivales; en el corto espacio de tres leguas de Santa Fe a aquel puerto, sin
muchas alhajas y papeles de valor y consideración se han extraviado setenta
mil pesos; así se verifica lo que aquel autor asentaba: «Que hacer la guerra a
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vasallos no es triunfo ni ganancia».
Pues la declarada a los americanos es la más atroz y sanguinaria; Flon,
más conocido por conde de la Cadena, jefe de la primera división del ejército
al salir de Querétaro dice a sus vecinos: «Dejo la ciudad confiada a vosotros...
pero si contra mi modo de pensar sucediese lo contrario volveré como un
rayo, quintaré a sus individuos y haré correr arroyos de sangre por las calles».
Calleja al entar en Zitácuaro promulga adjudicación a la real hacienda
de todas las tierras y demás bienes pertenecientes a los naturales de esa villa
y de los pueblos de su jurisdicción; traslada la cabecera de ésta a Maravatío,
priva a los indios de las franquicias y privilegios que desde tiempo inmemorial
les había dispensado la piedad de los reyes, y sólo endulza este rigor ofrecien-
do la vida a los que dentro de ocho días se presentasen a trabajar en la repara-
ción de caminos y allanamientos de fosos, zanjas y baterías, pero sin derecho
al recobro de sus tierras.
Esa barbarie respiran todos los partes: el de don José Enriquez dice:
«La mayor satisfacción que he tenido es la de haberse ejecutado la acción con
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19. Historia de Theocydes. Libro 1°.
20. La Cena. Periódico de La Habana, 1º de abril de este año.
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