Page 492 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                            Dictamen de José Baquíjano sobre la revolución hispanoamericana
            Arce. Privó también del empleo de teniente letrado de la intendencia de la ca-
            pital, que servía por nombramiento del rey, al íntegro y acreditado americano
            don Fernando Salvador, substituyéndole el europeo Martinena, abogado de
            Yermo, director de la conjuración y autor después de la furiosa representación
            del consulado de aquella capital contra los americanos, leída en las Cortes y de
            que trataré en su oportuno lugar. En una palabra, hasta títulos de predicadores
            del rey, que no los expide su majestad sin propuesta del Patriarca de Indias lle-
            gó a extender por sí solo, ejercitando, y con esa irreflexible prelación, todas las
            atribuciones y facultades de la soberanía; las que se le confirieron no las han
            podido descubrir los diputados mexicanos a pesar de sus repetidas instancias
            en las Cortes; ordene vuestra excelencia se traigan a su vista, pues su conteni-
            do aclarará grandes dudas.
                    Los primeros alborotos principiaron el día 14 en la Villa de Dolores,
            cincuenta leguas de México y de diez y ocho mil almas de población, dirigi-
            dos por su párroco don Miguel Hidalgo (a quien el obispo de Valladolid de
            Michoacán distinguía con el título de cura de los curas, confesando que hasta
            aquel entonces había disfrutado de su estimación y confianza) agregándosele
            dos capitanes del Regimiento de la Reina don Ignacio Allende y don Manuel
            Aldana; y desde entonces continúan hasta el día con la inevitable alternativa
            que siempre acompaña a los sucesos de la guerra, pues no debe darse entero
            crédito a los partes y triunfos ponderados por los jefes y que sólo sirven para
            el escarnio y burla de los extraviados.
                    Sea prueba esta verdad el parte del general Calleja al virrey Venegas
            publicado en Gaceta de México de 3 de mayo de 812, en el que noticiándole de
            su entrada en el pueblo de Cuautla y retirada de Morelos dice: «Las siete leguas
            están tan sembradas de cadáveres que no se da un paso sin que se encuentren
            muchos»; y un acreditado periódico hablando de este encuentro refiere que
            sólo faltaron dos individuos del ejército de Morelos.
                    Por seguir el mejor orden y claridad, descubierto ya el principio y
            acrecentamiento de las turbaciones de Nueva España, paso a dar una rápida
            ojeada sobre las demás provincias de América; pues los puntos de providen-
            cias tomadas para restablecer la tranquilidad, agravios inferidos a sus natura-
            les y medios de exterminar esos males, son generales en todas y no exigen un
            separado deslinde.
                    Manila: a pesar del obstinado empeño de su gobernador en extender las
            proclamas de Murat, y que se obedeciese a Napoleón y José como lo ordenaba



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