Page 296 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                            Intervención de Baquíjano en el juicio que se le sigue a los Ugarte
            en que se le manifiesten las reales órdenes relativas a su embarque y en que
            nombre vuestra excelencia asesor que no esté legalmente impedido para la
            resolución de el artículo de la recusación.
                    ¿Tiene, acaso, visos de sincera la insistencia de Ugarte en estas solici-
            tudes, hallándose a bordo con toda su familia sin resistir su salida, ni pedir se
            le releve de esta obligación? ¿No le era más fácil, acercándose al Trono, expo-
            ner sus quejas y esperar de la clemencia del soberano el resarcimiento de los
            daños que pretende habérsele inferido, sin renovar instancias infructuosas en
            este gobierno sobre unos puntos tan repetidamente denegados, en el cual era
            inasequible la reparación de sus perjuicios?
                    No puede haber demostración más clara del torcido impulso que go-
            bierna las operaciones de Ugarte y su director, cuyo objeto no fue otro que
            el de reiterar, por este medio, sus usadas invectivas contra el señor Asesor y
            lo que es más vituperable, el de criticar con mordacidad, entre las salvas de
            respeto que hace a vuestra excelencia, sus mismas justificadas providencias
            como si su sabia penetración no distinguiese entre los elogios con que fatiga
            su modestia los artificios de una malignidad tan refinada.
                    Este fue ciertamente su designio, y comprendiéndome ahora su queja,
            la misma naturaleza del recurso me imposibilita a continuar de asesor en el
            artículo promovido; por cuya razón me hallo más desembarazado y expedito
            para exponer, a vuestra excelencia, los fundamentos en que se apoya la justicia
            de mis dictámenes; vindicar al mismo tiempo mi honor de las atroces ca-
            lumnias con que se ha intentado denigrarle a fin de que no hagan la más leve
            impresión en la acreditada rectitud de vuestra excelencia, a cuya bondad he
            merecido, entre otras distinguidas honras, la de que me haya nombrado para
            las más arduas y complicadas comisiones.
                    El oficio y el recurso están escritos con aquella destemplanza e irreflexi-
            va ligereza que son características de su autor; para desvanecer sus reparos se
            hace forzoso examinarlos con alguna distinción, omitiendo los que pertene-
            cen directamente al señor Asesor general, quién podrá, por su parte, rebatir los
            agravios que se le hacen con mayor solidez e instrucción, aunque no me incum-
            be defender el auto de la remisión que se me hizo del expediente de el vicio que
            se le objeta de no haberse mandado hacer saber a las partes; desde luego, parece
            que no debe medirse por las mismas reglas el decreto en que solicita vuestra
            excelencia el dictamen de un ministro que el nombramiento de un asesor que
            se haga en cualquier letrado. Así se ha practicado inconcusamente, por vuestra



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