Page 184 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                           Reflexiones por Juan Baltasar Maciel sobre el «Elogio» de Baquíjano
                    [154] Pero apuremos esta ilusión y hagamos una anatómica disposi-
            ción del cuerpo de semejante monstruo. Ya noté desde el primer capítulo lo
            que, después de muchos años, sufrían los indios del Perú por causa de los re-
            partimientos de sus corregidores. En las Reales cédulas y órdenes que indiqué,
            se dan una suficiente idea de los funestos efectos que, en todos tiempos, ha
            producido el comercio que se apropiaron los corregidores en los pueblos de su
            jurisdicción, contra las más justas y santas leyes de estos reinos. El soberano
            mismo ha conocido que las trágicas muertes de los corregidores y sus tenien-
            tes, de resultas de los varios tumultos de los indios, no han tenido otro origen
            que la tiranía que ejercitaba en ellos la codicia en expediente de sus reparti-
            mientos. Y aun cuando esta experiencia no se hallara así ejecutoriada, la cosa
            habla por sí misma y hace ver a todo el mundo que sólo por un milagro de la
            Providencia, pudieron aquellos pueblos haber sobrellevado tan insoportable
            yugo, sin levantar el cuello contra sus tiranos opresores.
                    [155 ] A la verdad, los indios, cuyo origen es el mismo que el de los
            otros hombres y que son, como los demás, verdaderos individuos de la espe-
            cie humana, tienen una alma racional y espiritual capaz de conocer el bien y
            el mal al mismo tiempo, y de ejercitar su libre albedrío en su bueno o mala
            elección. Vergüenza es de toda la nación el haber algún día dudando de la
            racionalidad, y que fuese necesaria la declaración de la Silla Apostólica para
            reconocerla y confesarla. El célebre Mr. Raynal  hablando de Manco Cápac,
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            fundador del Perú, no dudó compararlo con los mejores legisladores y más
            célebres de la antigüedad, por los reglamentos tan excelentes que hizo para la
            disciplina de sus pueblos. Este gobierno, continuado en sus sucesos por espa-
            cio de más de 400 años, brillaba con mayor gloria al tiempo que entraron los
            españoles en aquel reino, y yo no sé cómo, a vista de tan brillante luz, no se
            disipó la niebla de su grosera duda.
                    [156] Como quiera que sea, unos individuos tan racionales por sí mis-
            mos, no pudieron dejar de perfeccionar su espíritu con el trato de los españoles.
            Nadie ignora cuán activo es el mutuo comercio de las almas para excitar la semi-
            lla de la racionalidad y que, por reconcentradas que se hallen éstas en los senos
            del error y la ignorancia, se agitan y conmueven al golpe de los desengaños que
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            47. Guillaume Thomas Raynal, ob. cit., t. III, cap. XVII, p. 120 y ss. Dice de Manco-Cápac que
            ningún legislador podría, quizás, ser comparado con él, si Confucio no le llevase la ventaja
            de no haber empleado la superstición para hacer aceptar y observar la moral y las leyes. Nota
            marginal de Maciel: Tomo 1, capítulo V, sección 1°. [Nota del Editor de la primera edición].


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