Page 138 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                           Reflexiones por Juan Baltasar Maciel sobre el «Elogio» de Baquíjano
            el trueno de los estragos que hizo en nuestros enemigos, se volvió y disipó,
            dejando apenas principiada la obra de su establecimiento). Este ilustre ameri-
            cano, tan amable en sí mismo por el cúmulo perfecto de las prerrogativas que
            lo decoran, y que debe hacer las delicias de toda la nación, porque después
            de haber ganado el concepto y predilección del más perspicaz ministro que
            lo prefirió para perfeccionar la grande obra de su magnanimidad, ha sabido
            sostener el peso de tanta dignidad sin descubrir el menor blanco a los tiros de
            la envidia y de la emulación; éste, digo, superior genio, en quien sobre el con-
            junto de las más relevantes virtudes brilla la justicia, el celo, la humanidad y el
            desinterés, es el precioso don con que el insigne benefactor de esta provincia
            relevó aquella gracia y puso el sello de oro a su beneficencia.
                    [44] Permítaseme ahora dirigir a tan benéfico ministro esta breve y
            ruda gratulatoria. No, ilustrísimo y excelentísimo Señor, la nación americana,
            y mucho menos esta provincia, jamás serán capaces de contemplarse como el
            objeto de vuestra abominación, después que, sin ejemplar entre vuestros pre-
            decesores, le franqueó vuestra mano por su virrey y príncipe a un compatriota
            suyo. Si los mortales, como decía Plinio, nunca reciben del Cielo un beneficio
            ni más ilustre ni más magnífico que el de un príncipe casto, santo y semejante
            al mismo Dios,  y si, como asegura Plutarco, la república que merece un jefe
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            prudente y justo, debe gloriarse como que recibió el máximo de los dones
            Divinos  ¿cuál será nuestra gloria y nuestro reconocimiento a tus bondades
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            por el príncipe que nos habéis dado, colmado de tan excelentes virtudes? No;
            no fué ciertamente en el furor de vuestra supuesta cólera y como Dios dió a su
            pueblo al reprobado Saúl, sino al impulso de su amorosa vigilancia y como el
            mismo Señor escogió a David, que nos diste al que hallaste tan ajustado a las
            medidas de tu benéfico corazón
                    [45] ¡Oh, si pudiera yo, para manifestar mejor todo el fondo de nuestra
            gratitud, bosquejar siquiera el cuadro de las prerrogativas y virtudes que ca-
            racterizan a nuestro virrey! Pero si en esta parte me contiene la defensa del Es-
            píritu Santo, no debe cohibirme un pequeño rasgo que vindique, con tan bello
            ejemplar, el honor de la nación americana, que tanto ha querido deprimir la
            emulación, y más cuando este generoso empeño me vuelve, sin violencia, al
            asunto mismo de la vindicación de nuestro amante ministro.

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            10. Panegírico de Trajano [Nota del Editor de la primera edición].
            11. Elogio de Numa [Nota del Editor de la primera edición].



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