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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
ministro el más horrendo crimen de lesa majestad, cuando, con el amor a sus
vasallos, pretende borar en el soberano la imagen del Ser Divino que tanto lo
autoriza. Y para concluir al gusto del orador, ella choca la misma verosimili-
tud, pues, como dice el propio Rica, en la carta 127 que cita, y después de las
palabras copiadas en los esclarecimientos, no se puede comprender, que un
hombre que entró ayer en el ministerio y que puede faltar mañana, se haga, en
un momento el enemigo de sí mismo, de su familia, de su patria y del pueblo
que siempre ha de nacer de aquél que quiere hacer oprimir.
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Sección 2ª
Demuéstrase la injusticia y la falsedad de esta impostura
[36] Véase aquí la empresa a que me excitó mi propia inclinación des-
de que vi insultado el mérito de tan gran ministro con los sangrientos rasgos
que he copiado. Y porque ninguno piense mal de los estímulos que me anima-
ban, a pesar de mi conocida desproporción, quiero ante todas cosas expresar-
los, para que ni se noten de temerarios mis conatos, ni menos se me imponga
alguna bastarda mira de interés personal que deslumbrase mi limitación .
[37] Yo nací en esta Provincia del Río de la Plata que, en el día, hace
una principal parte de esta América meridional, y esta circunstancia, tan re-
concentrada en mi natural condición, releva un doble título a favor de aquel
generoso impulso. El primero, por ser americano y verme, como los demás,
envuelto en la masa de una proscripción con que nuestro mismo compatriota,
parece, ha querido concitar el odio general de la nación contra aquel respe-
table personaje que, en su errado concepto, nos hace el objeto de su abomi-
nación. El segundo, por ser hijo de una provincia que ha sido el blanco de las
más benéficas atenciones del ministro, y se acreditaría por la más ingrata, si no
reclamara y se dejara sorprender de la impostura.
[38] En efecto, el silencio de todos los americanos, después que en la
Capital de Lima, en el acto más público y solemne, se preconizó proscripta la
nación por el ministro que la gobierna, y se dió a la estampa para trasmitirla a
todas sus provincias, este silencio, digo, en las circunstanciaas de la sublevación
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9. Maciel también había leído las Cartas Persianas, y así cita, a su vez, de la misma 127: «Más
comprens-tu qu’un homme qui n’est que d’hier dans le ministère, qui peut-être n’y sera pas
demain, puisse devenir dans un moment l’ennemi de lui même, de su famille, dé sa patrie et
du peu¬ple que naitra á jamais de celui qu’il va faire opprimer?» (ob. cit., p. 116 y s.) 116 y s.)
[Nota del Editor de la primera edición].
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