Page 136 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
P. 136

Volumen  1
                                           Reflexiones por Juan Baltasar Maciel sobre el «Elogio» de Baquíjano
            del Perú, haría un perjuicio irreparable a todo el cuerpo de los americanos
            españoles. El mundo todo gritaría que, adoptando éstos las ideas de tan ve-
            hemente declamador, y por un efecto natural del amor propio, se resentían
            de un proscripción que les preparaba su ruina, y cuyo remedio buscaban en
            el fomento de aquella rebelión. Este grito universal traería, sin duda, al fiel
            americano una calamidad más funesta que la misma proscripción, aun cuan-
            do fuese verdadera, porque en el contraste de ésta lo alentaría el consuelo de
            su inocencia, de que no podría servirse en aquélla, viéndose culpable con su
            mismo silencio. El interés, pues, de toda la nación, debía armar las plumas de
            los americanos celosos de su honor, para reclamar contra la supuesta pros-
            cripción; y tal era uno de los estímulos que me impelían a la empresa de su
            refutación.
                    [39] No era menos eficaz el de la gratitud transcendental de todos los
            hijos de esta provincia. ¿Qué nota no padecería nuestro reconocimiento y
            cómo lavaríamos jamás el borrón de tan ingrata correspondencia, si al mismo
            tiempo de estar experimentando los efectos de la benevolencia de un minis-
            tro, nos mostrábamos insensibles a los bastardos tiros que se asestaban contra
            la beneficencia misma que tanto nos distinguía? Semejante indolencia no sólo
            nos arrojaría en aquel extremo de la ingratitud que consiste en desconocer el
            beneficio, sino aún en el más horroroso de que no parece tuvieron idea los
            maestros de la filosofía moral, cual es convertir en propia ofensa los más bri-
            llantes rasgos de la beneficencia y hacer de la prueba menos equívoca de un
            amor verdadero, otros tantos argumentos de la aversión y el odio. Y tal es el
            abismo en que nos veríamos los hijos de esta provincia, si no hubiera alguno
            que hiciese, a lo menos, el amago de combatir la falsa idea del odio de un mi-
            nistro que tanto la ha favorecido, y de que yo, aun siendo el ínfimo de todos,
            voy a precaverlos, presentando las pruebas de su falsedad en los más señalados
            beneficios de su amor.


                                          Primera Prueba
                            Erección de este virreinato y carácter del actual virrey

                    [40] Es tan especiosa y eficaz la prueba que se toma de los dos men-
            cionados capítulos que no hay hombre capaz de desconocerla. A la verdad,
            cuando esta Ciudad de Buenos Aires no tuviera otro argumento de la bene-
            ficencia del ministro que el deber a su vasta penetración, dirigida por el celo



                                               135
   131   132   133   134   135   136   137   138   139   140   141