Page 137 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
            de los intereses del reino, el beneficio del nuevo virreinato, con el honor de
            ser su capital ¿podría dejar de conocerlo como el primer móvil de su gloria
            y verdadero artífice de su felicidad? Lo cierto es que, aun cuando alguno de
            sus individuos fuese tan insensato que se mostrase como insensible a tan só-
            lidos y visibles intereses, debería despertarlo de su profundo letargo el ruido
            mismo que metió la Ciudad de Lima desde que, con la erección de este nuevo
            virreinato, se le arrancaron de las manos de su dominación las más ricas pro-
            vincias del Perú. Sus gritos fueron demasiado clamorosos para que dejasen de
            percibirlos los oídos más distraídos, y su resentimiento con golpe tan mortal,
            lejos de salvar las apariencias del disimulo, hizo como gala del furor en que la
            precipitó, y por cuyo medio descubrió a todo el mundo la grande herida que
            había recibido.
                    [41] De suerte que el menos instruido en los intereses de aquella Ca-
            pital, precisamente, ha de reconocer que las sangrientas invectivas contra el
            autor de su presente constitución no tienen otra verdadera causa que la justa
            reforma de su desmedido lujo, y que son como el eco bastardo y ronco de los
            descompasados gritos en que la arroja el injusto dolor de verse sin los princi-
            pales fondos de su vana opulencia.
                    [42] Como quiera que sea, la grande pérdida de Lima en la separación
            de este virreinato, hace la ganancia de esta Capital de Buenos Aires, y por lo
            mismo que aquélla injustamente se resiente de verse privada no sólo de las
            Provincias del Río de la Plata, Tucumán y Paraguay, sino aún, lo que le es más
            sensible, de la mayor parte del Reino del Perú que la reconocía, después de
            tantos años, por el punto céntrico del oro y plata de sus minas, ésta debe, jus-
            tamente, regocijarse y aplaudirse de una adquisición que la subroga en lugar
            de su misma émula y la pone a la par de quien tan obstinadamente le había
            jurado su ruina. Y ¿qué gracias no deberá rendir al autor de tanto bien y a
            aquel superior genio que, para dar el justo equilibrio a las partes de un mis-
            mo cuerpo, le proporcionó tan señalado beneficio? Ni ¿qué individuo de esta
            provincia dejará de reconocerlo por su más insigne benefactor y erigirle en su
            corazón un altar donde arda siempre su reconocimiento, con la ofrenda de sus
            votos al Cielo, por su preciosa salud y vida?
                    [43] Pero aún sube de punto el beneficio, si consideramos el carácter y
            circunstancias del actual virrey, Este es el Exmo. Sr. Dn. Juan José de Vértiz y
            Salcedo, que debemos reconocer por el verdadero fundador del virreinato (pues
            el primero, que fué su antecesor, vino como un rayo, de quien sólo percibimos



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