Page 132 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                           Reflexiones por Juan Baltasar Maciel sobre el «Elogio» de Baquíjano
            no será calumniar a la nación entera, para hacerle perder la estimación de
            aquél que la Providencia ha establecido para formar su felicidad? Carta 127 de
            las Persianas.
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                    [28] Con esta misma mira, en la página 76, después de decir que el
            pueblo es un resorte que, forzado más de lo que sufre su elasticidad, revienta
            destrozando la mano imprudente que lo oprime y sujeta, añade esta otra nota:
            Cuando una provincia de la China se queja del mandarín que la gobierna, se
            le despoja sin examen y se le entrega a un tribunal para que lo castigue, si es
            culpable; pero aunque sea inocente, no se le restituye a su dignidad. Es un de-
            lito haber degradado al pueblo, y así se le trata como a un director ignorante
            que priva al padre del amor de sus hijos. Raynál, tom. 1, lib. pág. 139.
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                    [29] No se puede, pues, revocar en duda, cuál, es el blanco contra
            quien se asestan estos sangrientos tiros; que el orador, transformado, en un
            momento, de panegirista en acusador, fulmina contra el primer ministro de
            su soberano la acusación formal del más execrable crimen, delatándolo como
            un misántropo, poseído de un implacable odio y aversión a sus vasallos, de
            quienes pretende divorciarlo para venir al fin de su entera ruina. Pues, para
            que nada falte a su acusación, no sólo especifica la pena de mil muertes que co-
            rresponde a tanta culpa, en el caso que se la pruebe, sino, lo que es más raro, su
            ignominiosa separación del ministerio, aun cuando se califique su inocencia.
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            6. Lettre 127, Rica Ibben, a Smirne. «Tu as oui parler mille fois du fameux roi de Suède. Il as-
            siégeoit une place dans un royaume qu’on nomme la Norwége; comme il visitoit la rtanchée,
            seul avec un ingénieur il a reçu un coup dans la tête, don il est mort. On a fait sur-le-champ
            arrêter son premier ministre; les Etats se sont assembles et l’ont condamné á perdre la tête. Il
            étoit accusé d’un grand crime: c’étoit d’avoir calomnié la Nation y de lui aboir fait perdre la
            confiance de son roi; fortait qui, seon moi, mérite ille morts. Car, enfin, si c’est una mauvaise
            action de noicir dans l’esprit du Prince le dernier de sus sujets, qu’estce lorsque l’on noircit la-
            Nation entiére, et qu’on lui ôte la bienveillance de celui que la Providece a établi our faire son
            bonheur?» (MONTESQUIEU, Lettres Persanes, París, 1929, t. II, o. 115 y s.). Sin duda que el
            orador, alegando el texto de Raynal, ignoraba que su obra, de orden del Parlamento de París,
            se había rasgado y quemado por mano del verdugo. Léase la invectiva con que la denunció el
            célebre fiscal del rey. Monsieur Seguier, que trae nuestro Mercurio de junio de 1781. Allí se
            ve que la impiedad, la osadía, la irreligión, el menosprecio de los soberanos, y el espíritu de
            independencia son las que dominan en dicha obra, y que el autor, con el pretexto de una histo-
            ria importante en sí misma, e instructiva para todos los gobiernos, había formado un código
            bárbaro, cuyo único objeto es transtornar todos los fundamentos del orden civil; de suerte
            que uniendo todas las partes, del sistema esparcido en la totalidad de esta obra voluminosa,
            pudiera fácilmente delinear el plan de subversión general, que se incluye en aquella horrible
            producción igualmente contraria al profundo respeto debido a la Divinidad y a la justa sumi-
            sión que debemos a las Potestades Supremas, que han sucedido a la Teocracia. Tal es el mérito
            y carácter de aquella obra que hace el principal fondo de las ideas del orador.
            7. GUILLAUME THOMAS RAYNAL, Histoire philosophique et politique des établissements et
            du commerce des europeens dans les deux Indes, Maestricht, 1775, t. 1. cap. XIII, p. 104.



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