Page 105 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
            útil á su nación, como perjudicial a la nuestra. Cartagena de Indias desmem-
            brada de España y sujeta al inglés, es la voz común, que una necia confianza
            repite, y esparce por la villa de Londres. Sus prensas gimen, sellando inscrip-
            ciones y medallas, que inmortalicen nuestras ruinas.
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                    [12] Pero ¡con qué presteza se disipan esas alegres, y vanas ilusiones!
            Temblad intrépidos enemigos de nuestra gloria. La corte de Madrid abunda
            en remedios, donde no hallais recursos; ella va a cubrir de oprobio vuestra
            ligereza, a mudar en deseperación vuestra seguridad, y a convertir en llanto
            vuestro gozo. Ordena se embarque el regimiento de Almansa, de quien es V.
            E. teniente coronel, y a su valor y pericia fía, y recomienda el crédito de toda la
            nación. Genios tutelares del nombre español, proteged su viaje. Mar impetuo-
            so, cierra tus profundos abismos. Obscura habitación del espíritu de las tem-
            pestades, reserva tus furores para la insaciable avaricia, y orgullosa ambición.
            Cartagena abatida, aliéntate y respira. No: no serás arrasada por el enemigo, ni
            sufrirás el yugo, que te amenaza, y temes; los vientos, de concierto con tus votos,
            conducen y acercan vuestra libertad. Mas ¡qué triste, y repentina mudanza! La
            armada contraria se atraviesa; la turbación destierra la confianza, el temor
            acrecienta el peligro, el pálido marinero palpita, sus rodillas vacilan, un sudor
            frío corre por su rostro, una maniobra varia y presurosa estorba, retarda, y
            aún imposibilita la misma huida, que abraza como única defensa. Ilustre re-
            gimiento, el valor que te anima sin uso ni experiencia en ese elemento, asilo
            de las casualidades, sólo puede contribuir a que dobles el cuello sin bajeza, y
            conserves la estimación en la desgracia. El espíritu es inútil en ese cristal mo-
            vible, donde cada paso incierto y sin fijeza ayuda a la debilidad, y traiciona al
            esfuerzo. Ríndete pues: el honor reside en el corazón a cubierto de los capri-
            chos de la suerte, y de la equívoca prueba de los acontecimientos.
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                    [13] Así hablaba la tímida prudencia, ignorando que V. E. es superior
            a sus comunes reglas, y que en su grande alma se hallan grabados por la natu-
            raleza esos sublimes conocimientos, que en los demás hombres son el fruto de
            la lenta aplicación, del asiduo trabajo. No sobrevivamos a nuestra pérdida: es
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            14. La satisfacción con que el almirante inglés tomó la expedición fue tan arrogante, que su-
            poniendo la victoria antes del combate, hizo batir medallas de diferentes cuños, en que figuró
            a Don Blas de Lezo de rodillas entregándole la espada. Flor Clav. Historia. Siglo 18, pág. 383
            de la edición de 1776 [Nota del autor].
            15. Semejantes palabras dirigió a Antonio un viejo centurión la víspera de la famosa batalla de
            Actium. Dejad, le decía, que los egipcios, y fenicios combatan en el mar. La tierra es nuestro
            elemento: en ella estamos acostumbrados a reñir de pie firme determinados a vencer, o morir.
            V. Historia Romana, tomo 15. pág. 65 [Nota del autor].


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