Page 104 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                        Elogio al virrey Jaúregui por Baquíjano en la universidad de San Marcos
            fruto de la seducción y ejemplo. Sólo el mahometano, cual ave carnicera, a
            quien el temor del riesgo aleja de la tierra, y mantiene en el aire, espiando
            astuta el momento en que el pastor se aparta para lograr sin zozobra la presa,
            que insidiosa acecha, espera que V. E. se restituya a España, a fin de continuar
            sus antiguos furores, y poder repetir el duelo, la desolación, y la tragedia.
                    [11] ¿Mas con qué objeto se retira V. E. a la corte? ¿Será acaso para sos-
            tituir a la tormenta la serenidad, y gustar, después de la agitación, a la sombra
            del monarca, las delicias del reposo? No sin duda. El héroe no se detiene en la
            carrera: sus primeras empresas lo agitan y estimulan; él vuela con rapidez de
            suceso en suceso, sin que pueda contener su giro ni la felicidad ni la desgracia;
            o porque quiere remplazar las quiebras que hizo la adversa suerte, o porque
            anhela los laureles, que le prodiga la próspera. La orgullosa Isla de Albión, esa
            soberbia émula de Atenas, centro de las más inexplicables contradicciones,
            donde por señal de independencia se ensangrienta el trono, se insulta al sobe-
            rano, se adora al criminal, se obedece al vasallo; donde el monarca corrompe,
            y el poderoso oprime a un pueblo, que ensalzado de libre y feliz, se ve con fre-
            cuencia reducido a elegir en la muerte voluntaria el despechado partido de la
            servidumbre, y la desdicha: la Inglaterra, digo, no escucha resonar en la gran
            sala de Westminster los funestos ecos del perpetuo debate de estos tres diver-
            sos poderes, obstinados siempre en conservar el equilibrio de la autoridad,
            quimera en la política y aun perjudicial a ella.  Todo es conformidad, todo
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            es concordia. Las pasiones ceden, y de auxiliares sirven el insensato deseo de
            abatir a la España, invadiendo las opulentas posesiones del Nuevo Mundo. El
            Támesis parece que ha variado de destino. No se emplean los hombres en car-
            gar, o aligerar navíos. El comerciante descuida del presente provecho, calcu-
            lando la crecida ganancia que espera, y se promete. El ocioso corre a la orilla,
            no atraído del frívolo divertimiento de ver llegar estranjeros a su puerto, sino
            para augurar la infalibilidad de la empresa, por los suntuosos preparativos que
            contempla. El hombre de estado medita y se complace de una conquista tan
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            13. No puede haber en Moral, ni en Física, dice Monsieur Linguet, estado más defectuoso, que
            el equilibrio; por que no hay alguno más fácil de destruirse. Cuando los dos platillos de una
            balanza se contrapesan con exactitud, dos granos añadidos a uno de ellos, lo precipitan; en
            lugar que si el uno tiene sobre el otro la ventaja de un peso considerable, su situación será más
            firme, y su tranquilidad más difícil de alterarse. Tratado del más feliz Gobierno, part. 2, Cap.
            2. Creer que la balanza entre estos dos poderes pueda tomar un equilibrio tan justo, y fijo, que
            no salga jamás de este punto, es una quimera que no debe esperarse. V. el Libro Amarillo atri-
            buido a Monsieur Gros de Bose, impreso en Basilea el año 1748, en papel de este color [Nota
            del autor].

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