Page 103 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
            la estimación para el útil desorden: en esa región, digo, en que ilustres preci-
            picios autorizan la caida, y en donde injustos empleos son el fruto de injustas
            alabanzas. En esta delicada, y difícil situación, V. E. no debe el nombramiento
            de caballerizo de campo, con que se le distingue, sino a aquellas impresiones
            de mérito y virtud, que esculpidas en su espíritu entre tanto tropiezo, como
            en un árbol tierno, creciendo con los años llegaron a ser señales profundas é
            inviolables. Ellas no pueden ocultarse a un monarca perspicaz, que supo unir
            a tantas virtudes reales la importante en el trono, que es conocer al hombre
            para emplearlo.  Sabio penetra en V. E. los estímulos nobles de la sangre, que
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            lo animan: descubre el oculto, y generoso ardimiento, que lo inflama, observa
            la reglada prudencia, que lo rige, advierte que el defecto de teatro es sólo el que
            embaraza presente gloriosas escenas que lo ilustren; y guiado de estos conoci-
            mientos el invicto Filipo, destina a V. E. con el título de capitán de dragones de
            Almansa a los presidios de Africa, y opone esa respetable defensa a los eternos
            y obstinados opresores del pueblo fiel.
                    [10] Ceuta y Orán con frecuencia insultados por los fieros sectadores
            del Alcorán, respiran por un tiempo, en sus muros se encuentra una tranqui-
            lidad, que admira por extraña. El esposo no ve repetirse ese doble ultraje, con
            que el placer y la crueldad lo abaten sujetando la esposa a la bárbara espada del
            conquistador, y a la desenfrenada liviandad del soldado. El joven no teme ha-
            bitar, oprimido bajo la pesadez de las duras cadenas, esos tristes sepulcros de
            vivientes, donde se desea la muerte por alivio, y se recibe con placer entre las
            quejas, y sollozos de tanto miserable, que la envidia y la espera. El anciano se
            promete finalizar sus cansados días en el seno de su familia, y expirar cercado
            de sus hijos y amigos, bendiciendo la vigorosa mano, que enfrena, y sujeta a
            la infructuosa rabia de sus enemigos. La religión suspende sus lamentos, en-
            dulza su amargura no viendo ya esas indignas apostasías, único, y desgraciado
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            11. Erasmo en la Carta 13, del lib. 8, dirigida a Anmonio, le instruye en los medios de ade-
            lantarse en la corte, y entre otras cosas le dice: «Principio perfrica frontem, ne quid usquam
            pudeat. Neminem nec ames, nec oderis ex animo; sed omnia sito compendio metiare». [Nota
            del autor]
            12. Si la justicia destina las recompensas para los servicios y la naturaleza forma grandes ta-
            lentos para grandes empleos; el soberano, que olvidando esta regla, sólo decide en su elección
            por el favor y el capricho, presagia la infelicidad de sus pueblos, y el descrédito de su reino.
            El mal príncipe dice Vospicio: «Facit Iudices quos fieri non oportet amouet a república quos
            debebat obtinere». El principio de la monarquía se corrompe, cuando el honor se pone en
            contradicción con los honores; cuando a un mismo tiempo se puede estar cubierto de infa-
            mia, y dignidades. Montesquieu: Espíritu de las Leyes [Nota del autor].


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