Page 110 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen 1
Elogio al virrey Jaúregui por Baquíjano en la universidad de San Marcos
cielo conspiran en difundir la consternación y el horror; el fuego del contagio
adquiere un cruel aumento, la languidez se pinta en los semblantes, el vene-
no mide su actividad, y supera las fuerzas que la salud le opone, las quejas y
suspiros sólo se interrumpen por el formidable sonido de los carros lúgubres,
sin cesar ocupados en transportar difuntos, horrorizando a los vivos con el
triste espectáculo de su caducidad, y el miserable recuerdo de su destrucción;
la noche asusta, porque en su negra sombra se teme habitar en la obscura
región de las tinieblas; la aurora desconsuela, porque en el sol que anuncia se
sospecha el último que alumbre y esclarezca. ¡Estado infeliz, en que los alivios
faltan al paso que las necesidades se duplican! El mal crece, y no se encuen-
tran los remedios; el valor detesta sus hazañas, y el esfuerzo acusa de impía a
la fortuna, pues no le ha protegido en los combates, sino para hacerlo víctima
de esa muerte lenta, que no ha de proporcionar gloria a su nombre, el común
peligro suspende los sentimientos de ternura, que graba la naturaleza en los
mortales por principio feliz de los socorros; la humanidad viola sus derechos,
la amistad desconoce, y la dulzura reserva su franqueza para los propios des-
consuelos; todos huyen de un enemigo menos ruidoso, pero mas sangriento,
y abandonado el campo al rigor de la peste, ejercita sin contradicción su cruel
tiranía. Solo V. E. se opone a sus trofeos, y hace cara a los riesgos. Tan compa-
sivo como alentado, si en la campaña la animosidad excita sus esfuerzos, en
el doliente lecho el desfallecimiento disfruta sus piedades. Allí triunfa de las
armas patente a sus furores; aquí vence a la peste expuesto a su destrozo, y en
todas partes combate con la muerte, y la supera.
[20] Bazán, Santa Cruz, nombres respetables, ya admitiréis a vuestro
descendiente en la gloriosa sucesión de honor y de grandeza con que ilustráis
la historia: ya publicareis que sus sublimes acciones os dejan libres de la sa-
grada fianza que la patria celebró con vuestras sombras. Ella está satisfecha de
unas proezas, que en nada diferencia de las vuestras: lo declara y persuade del
modo más auténtico, entregándole el bastón de mariscal de campo, y aun se
promete la misma fiel justicia en las obligaciones adquiridas, que ha mostra-
do, y admita en los deberes heredados.
SEGUNDA PARTE
[21] Si el labrador contempla en el reposo los renacientes esfuerzos, con
que la espiga se forma, crece y fructifica; si tranquilo poseedor de su humilde
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