Page 76 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-1
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Volumen 1
                                                                    Prólogo a la segunda edición
            a través del caudillo Julián García Caballero que «asomó a las provincias del
            Cuzco por Alca y Cotahuasi»; y por todo ello fue apresado por los realistas y
            finalmente forzado a servirlos como guía. En octubre de 1821 operaban «ga-
            villas de rebeldes» en Aymaraes, según Carratalá. Al mes siguiente operaba en
            Chumbivilcas García Caballero junto con los doctores Córdoba e Hinojosa,
            a la vez que, enviadas por Pardo de Zela, una partida al mando de Santiago
            Gómez se hallaba en Acarí para «proteger el movimiento de Caravelí, Ayma-
            raes, Chumbivilcas y Condesuyos» y otra, al mando de Manuel Ramírez de
            Arellano, ocupaba Caravelí; desde este punto informó Ramírez de Arellano
            del entusiasmo patriótico no solo de esa localidad sino también de Camaná,
            Ocoña, Salamanca y Siguas.
                    El último mes de 1821 emigraron a Ica el doctor Córdoba (cura de Sa-
            lamanca), el doctor Medina «y otros patriotas del partido de Chuquibamba»
            debido a la fuerza que al mando de Ramírez se había destacado en su contra;
            Pardo de Zela les dio pasaporte para Lima para que instruyesen verbalmente
            al Protector y a Monteagudo «del estado de Arequipa y de toda esta parte de
            la Costa». También llegaron a Lima emigrados de otros puntos del sur; en oc-
            tubre de 1822 el prócer Francisco Javier Mariátegui informaba de la solicitud
            dirigida al Congreso por los emigrados del Cuzco, Arequipa, Moquegua, Tac-
            na y Arica para que fuesen incluidos en los cuerpos que la Junta Gubernativa
            formase a fin de seguir «sirviendo con el mismo empeño que los estimuló a
            emigrar de sus países». Entre tanto, los que no habían emigrado continuaban
            conspirando, rebelándose o demostrando su patriotismo de otras maneras.
            Así, en marzo de 1823, ante un rumor según el cual había habido revolución
            en el Cuzco y La Serna estaba preso, Manuel Céspedes comentó lo siguiente:
            «la mentira es hija de algo, y con respecto a que el Cuzco desde la entrada de
            los españoles a las Américas se halla resentida contra aquellos, puede ser cier-
            ta; pues en varias ocasiones ha manifestado sus deseos y adhesión a la causa de
            la Independencia». En agosto de 1823, los ánimos se habían levantado en Cota-
            huasi y alrededores debido a la cercanía de las fuerzas de Miller; las autoridades
            realistas se abstuvieron de hacer una revisita y tuvieron que enviar tropas para
            poder cobrar los tributos pues los naturales estaban remisos. Al mes siguiente,
            Francisco Roldán noticiaba al jefe realista de Puno de la amenazante presencia
            del «caudillo Mamani» con cuatrocientos hombres en Huancané, a donde se
            dirigían Navajas, Lanza, Gramajo y Castro con un mayor número; además, los
            indios sublevados transmitían noticias y privaban de ellas a los realistas.



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