Page 70 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-1
P. 70
Volumen 1
Prólogo a la segunda edición
Ahora bien, ante esta presencia de fuerzas irregulares movilizadas en
las poblaciones por ambos bandos, cabe preguntarse: ¿cómo conseguían el
apoyo de los pueblos? Ya se ha visto la importancia de la propaganda, y en-
tre ella el caso de la proclama del cura de Ambar. Además de curas patriotas
como el mencionado, de quienes ya se ha ocupado la doctora Temple en su
prólogo, fue determinante también la actividad de los curas realistas. Como
ejemplos de su actividad, podemos mencionar que en febrero de 1821 Fran-
cisco de Paula Otero mandó suspender y recluir en un convento al cura de
Tomayquichua por haber predicado a favor del monarca, o que en febrero
de 1825 Sucre explicase la «inflexible severidad» adoptada contra los «curas
godos» del obispado de Huamanga por haber amotinado a los indios para ro-
bar los equipajes de los oficiales patriotas y asesinar a los enfermos durante la
campaña de 1824: se les había impuesto una contribución de veinte mil pesos
además de remitirlos presos a Lima.
Semejante fue la función de intermediación los caciques. El caso de
Quispe Ninavilca, de una familia cacical huarochirana que había mantenido
su figuración desde el siglo XVI, es el más conocido. Pero los documentos
del presente tomo dan cuenta de otros. El ya mencionado Esteban Cataco-
ra era cacique de Ilave: como tal, envió hacia agosto de 1823 una carta a La
Serna cuyo contenido «muy estudiado y combinado», a decir de la máxima
autoridad virreinal, era signo de que estaba escrito «con conocimiento de los
rebeldes Santa Cruz y Gamarra»; creía a Catacora insincero y a sus informa-
ciones, falsas. Este documento, contenido en el quinto volumen, se condice
con su relación de servicios elevada en enero de 1825 y otros documentos del
sexto volumen en los que el cacique ilaveño acusa recibo de su nombramiento
como comandante de guerrillas en diciembre de 1824; procede a organizarlas
en Acora, Pomata, Tiquina y Desaguadero; recoge información del enemigo
a través de espías y familiares, como su mujer que le informó sobre los 300
hombres con que contaba Barbarucho; y se dispone a caer sobre la espalda de
los realistas con su «indiada». A su turno, en setiembre de 1824 el cacique de
Chuquibamba (Chuquibambilla) dio información sobre la presencia de se-
senta realistas montados en Villcabamba y se ofreció para entregarlos. Al mes
siguiente, el cacique de Sarayca apoyó al ejército patriota con la remisión de
un espía que verificó los atrincheramientos realistas en Huaranca y obtuvo
información sobre el acantonamiento de Canterac en Anta. El de Chaupimar-
ca, Francisco del Solar, recordó en 1825 el apoyo logístico dado a la división
69