Page 61 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Guerrillas y montoneras durante la Independencia
                    El ya aludido José Antonio Manrique quedó igualmente disperso tras
            la derrota de Pumacahua y erró por las provincias cercanas al Cuzco; al sa-
            ber del desembarco de San Martín aprovechó el influjo que «estudiosamente
            había preparado de antemano en los pueblos de la provincia de Huarochirí
            y demás colindantes». Justamente en una provincia cercana al Cuzco, por la
            cual quizá anduvo el errante Manrique, hubo sublevaciones en 1818 y 1819.
            Charles Walker, a partir de documentación regional, ha señalado en De Túpac
            Amaru a Gamarra (1999) que Aymaraes fue escenario de combates en donde
            se aplicaron tácticas de guerrilla y que aunque los rebeldes proclamaban fide-
            lidad al rey, al mismo tiempo vivaban a la patria y pedían que los chapetones
            dejaran cualquier cargo. Lo más interesante es que, a partir de un documento
            del tomo VIII de la Colección Documental de la Independencia del Perú, refiere
            las conexión entre estos rebeldes y los patriotas conspiradores de Lima así
            como la espera de apoyo de San Martín por parte de los sublevados. Además,
            en este caso gracias a un documento del presente tomo y a otras fuentes, añade
            que «Santiago Prieto y otros líderes mestizos» huyeron a Ica, que se agrega-
            ron en 1821 a las fuerzas de Gamarra en 1821, que en dicho año operaba una
            fuerza rebelde en Aymaraes y que al año siguiente Prieto y sus compañeros
            retornaron a Aymaraes y fueron detenidos.
                    Otro episodio ocurrido en aquellos años fue recogido en la tradición
            de Ricardo Palma «Los Brujos de Shulcahuanga» (1887). Se trata del combate
            ocurrido en Shulcahuanga, Huamachuco, en marzo de 1819, entre unos cin-
            cuenta indios (hombres, mujeres y niños) seguidores de José Salinas, agente
            de Sánchez Carrión y de Orbegoso que hacía propaganda separatista e incaísta
            desde el año anterior, y las fuerzas del subdelegado Manuel Fernández Llagu-
            no. En dicho encuentro los sublevados recurrieron al empleo de las galgas,
            típica táctica guerrillera. Palma coloca como fuente a un amigo de Trujillo que
            había tenido acceso al documento judicial respectivo, perdido en un incendio
            en 1885: signo inequívoco de que se trataba de Nicolás Rebaza. Cabe pregun-
            tarse por qué Rebaza no incluyó este hecho en su obra, que además estuvo
            prologada por Palma.
                    Definido entonces que hubo guerrillas desde antes del desembarco de
            Paracas y que al menos la de Cangallo se hallaba en actividad al producirse
            ese magno acontecimiento, conviene detenerse en una tercera cuestión que se
            desprende de lo arriba visto. ¿Cómo funcionaban las comunicaciones entre
            los patriotas, en especial respecto a las guerrillas? El tomo aquí presentado



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