Page 60 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-1
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Volumen 1
Prólogo a la segunda edición
marzo de 1821, donde alude a los del «partido alzado llamado Cangallo, que
hacen siete años cometen todo género de excesos». La resta de siete años retro-
trae a 1814, tiempo de la rebelión de Pumacahua. Al respecto, léase lo expuesto
por José Hipólito Herrera en una nota de El álbum de Ayacucho (1862):
«A consecuencia de la derrota que en Huanta sufrió la división inde-
pendiente mandada por D. Mariano Angulo y el Santafesino el año 1814, los
jóvenes de Ayacucho, comprometidos en la causa santa de la Libertad, se re-
fugiaron en la provincia de Cangallo apoyados por los famosos Morochucos,
decididos cual otros Pelayos a permanecer en el país haciendo la guerra a sus
dominadores. En efecto, capitaneados por D. José Mariano Alvarado y el Dr.
D. Valentín Munarriz, juraron la Independencia solemnemente, suscribiendo
la acta con la sangre de sus venas, que tuvieron la heroicidad de extraerse; por
cuyos hechos, irritado el Virrey, decretó el incendio de Cangallo, que se arro-
jasen sus cenizas al Pampas, que se borrase aquel nombre del catálogo de los
pueblos, que se exterminase a sus habitantes, y que sus tierras se arasen con sal».
La versión de Hipólito Herrera se ve indirectamente confirmada con
una carta de San Martín a Torre Tagle de febrero de 1823, inclusa en el volu-
men sexto de esta recopilación: el Libertador recomienda al presbítero José
María Munarriz y lo presenta como emigrado de Huamanga y «uno de los que
ha mantenido correspondencia conmigo, y ha trabajado incesantemente en
comunicarme cuantas noticias me podrían dar una idea de aquellos lugares».
Según un documento publicado por Teresa Carrasco Cavero, José María Mu-
narriz era hermano de Valentín, uno de los conductores de la resistencia de
los cangallinos. Adicionalmente, ya en 1830 en el tomo tercero de su Historia
de la revolución hispano-americana el español Mariano Torrente había aludido
al «territorio de Cangallo, cuyos indios llamado morochucos habían perma-
necido en perpetuo estado de lucha desde el año 14». Para al centenario de la
Independencia, José Ruiz Fowler diría algo semejante a la versión de Herrera
en su Monografía histórico-geográfica del departamento de Ayacucho (1924).
En tiempos recientes se han aportado más evidencias respecto al accionar de
estos patriotas irreductibles. Así, José Luis Igue, en su tesis Bandolerismo, pa-
triotismo y etnicidad poscolonial: los «morochucos» de Cangallo, Ayacucho en
las guerras de independencia, 1814-1824 (2008), cita un documento realista
de setiembre de 1820 donde, fuera de calificarlos de salteadores, se señala que
estaban en armas desde los sucesos de 1814 y que eran «altaneros con el grave
delito de infidentes contra las armas de nuestro muy amado Soberano».
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