Page 36 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-1
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Volumen 1
Prólogo a la primera edición
lances del pintoresco lnocencio Zárate, «el gavilán»; o los arrestos incontro-
lados del temerario Guzmán; o los episodios del guerrillero inglés alistado en
las partidas de Carreño; o los taimados alegatos del P. Terreros cuando afirma
que él «jamás hubiera tomado el sable si no hubiera visto los Santísimos servir
de pesebre a los caballos realistas». De Paula Otero hay también novedosos
datos biográficos, emanados de su propia correspondencia, como al reconocer
que no tenía conocimientos militares conforme a su graduación. Expresa, asi-
mismo, que sirvió a la Patria desde la llegada del General Álvarez de Arenales,
y no antes «porque era espiado», a causa de ser natural de Jujuy y primo de
Martín Güemes.
Muchos de esos guerrilleros y montoneros murieron en la inclemente
lucha, como el Comandante Velasco, fusilado por Carratalá, el Capitán Faus-
tino Aliaga, igualmente pasado por las armas, el «Cholo Fuerte», ajusticiado
en Moya, y el Capitán Orrantia, decapitado en Tarma, según anuncia un parte
de Paula Otero. La muerte del Comandante Reyes, figura en una carta de Es-
tomba al mismo Paula Otero, en la cual se consigna con ese laconismo propio
de los momentos tensos: «Hemos perdido todo un soldado».
Los conflictos creados por los guerrilleros y montoneros y sus luchas
intestinas, se comprueban con esta documentación. Preciso es, sin embargo,
tener presente que, si bien, en ese ambiente de anarquía propicio a todos los
excesos, no faltaron los que se alistaron en los grupos partidarios por intereses
mezquinos, se trataba de hombres no habituados a la vida castrense y vincula-
dos sólo por su amor a la libertad y a la Independencia. Hubo en ellos errores
y extravíos, muchos se ofuscaron, sobre todo en la etapa de las disenciones
entre Riva-Agüero y Bolívar, como en una girondina visión, pero en conjun-
to no se apartaron de ese común denominador. Los esforzados guerrilleros
Bruno Terreros y José María Guzmán, son ejemplos de esa línea de lealtad a
la causa patriota. Canterac, conocedor de la importancia que comportaba la
táctica bélica de su dominio, pretendió atraerlos, el año 1824, al bando realis-
ta. El ladino cura Terreros, en casuística respuesta a sus incitaciones, se limitó
a expresarle que se convencería, si primero le demostraba la legitimidad del
derecho posesorio alegado por España sobre América; y Guzmán, en frases
adecuadas a su ruda y fuerte personalidad, le contestó que moriría con sus
guerrilleros por la Independencia y que las partidas respetaban su juramento.
Los eficientes servicios de las partidas de guerrillas fueron debida-
mente reconocidos por San Martín, desde las etapas iniciales de las campañas
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