Page 32 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-1
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Volumen 1
                                                                    Prólogo a la primera edición
            serlo en el Perú porque, sin más socorro que armas y municiones, el ejército
            contaba con una fuerza para debilitar y distraer al enemigo, mientras él pre-
            paraba sus tropas. En su comunicación al Ministro de Chile, reitera idénticos
            conceptos y elogia a los guerrilleros Vidal, Elguera, Ayulo, Villar y otros «que
            se emplean con suceso en aquella guerra».
                    Dentro de esa misma línea táctica, Álvarez de Arenales, en carta a Pau-
            la Otero del 30 de Enero de 1821, considera acertado que las partidas de Aldao
            se hubieran posesionado del puente de lzcuchaca, donde los indios con galgas
            y hondas, colocados en las dos alturas del estrecho, podían obrar sin riesgo; y
            juzgaba indispensable continuar con esa clase de guerra, hostilizando al ene-
            migo con partidas ligeras y separadas de la masa principal, aprovechando los
            recursos del terreno y del país. Paula Otero, a su vez, conceptuaba que los re-
            alistas no podían moverse de lzcuchaca, porque a una banda del puente había
            colocado 2,000 indios y 5,000 a la otra, los cuales actuaban además con el pai-
            sanaje. El mismo Arenales, el 30 de Julio de ese año, indica a San Martín que
            conociendo el terreno en Jauja, fuera del cañón que forma el valle, no podían
            sostenerse las tropas por el clima ni trepar la cordillera, pero que bastaba con
            las guerrillas para mantener con éxito esa clase de operaciones.
                    Gran parte de los testimonios que conforman esta colección permiten
            captar todas las tácticas usadas por las guerrillas y montoneras y sus servicios
            imponderables, asi como también las duras penalidades que afrontaron y su
            serie de triunfos y reveses en esa guerra del antiplano, en parte desconocida
            e ignorada. Guerrilleros y montoneros amagaban todo el territorio ocupado
            por los realistas, y sus jefes se reunían para concertar operaciones o ponde-
            rar las órdenes del comando regular. Se pueden, inclusive, analizar etapas de
            la táctica que empleaban. De una estrategia inicial, simplemente defensiva
            y dilatoria, pasaban a las rápidas acciones de gran impacto sicológico en el
            enemigo; y fueron acrecentando gradualmente sus maniobras hasta entablar
            verdaderos combates, convirtiéndose en veteranos y llegando a competir ven-
            tajosamente con los soldados de línea del ejército realista.
                    A través de los partes e informes desfilan esos guerrilleros y monto-
            neros con sus Comandantes, entonando el «canto de la Patria», en increíbles
            marchas por los terrenos más fragosos, cortados por quebradas, cruzan sen-
            deros casi impracticables de las cordilleras y las altas regiones nevadas; y con
            igual pericia atraviesan caudalosos ríos, desfiladeros, abismos y laderas. En
            esos campos operacionales, que dificultaban las formaciones regulares de los



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