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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Guerrillas y montoneras durante la Independencia
quebradas de «esas malditas cordilleras» y que los indios se fugaban con las
armas. A mayor abundamiento, conceptuaba que el ejército de San Martín
podía operar con mayor éxito por las montoneras que atacaban «por distintos
puntos a un tiempo».
Los escuetos partes de batallas están colmados de relatos de encuen-
tros y combates en que participan esos empecinados luchadores. A las veces,
los jefes abandonan el tono oficialesco y dejan restañar su emoción ante esos
lances, como al relatarse la carga de 6 horas de fuego, sostenida por Delgado
contra el caudillo Vidalón en Cotas; o el encuentro de Caucato donde, al lado
del heroico Mayor Soulanges, destaca el guerrillero Huavique; o la reñida ac-
ción de Llocllapampa entre los 18 valientes de la 6° partida contra 120 solda-
dos del Batallón Gerona; o la esforzada lucha de los morochucos.
La documentación consigna, asimismo, episodios de distinto orden
sobre el tema. Entre ellos es muy sugerente el que figura en la comunicación
de Pedro José González, dirigida desde Jauja a Paula Otero, el 25 de Enero de
1821, en la cual le anuncia que en el combate de Mayoc hubo «guerrilla de 12
horas» sostenida por 38 hombres, derrotando al enemigo; y le envía, con el
Teniente Barqueros, la cabeza del Comandante realista Remigio Belis (Mss.
L.L.). A su vez, Paula Otero trasmite la noticia del hecho el 27 del mismo mes,
a San Martín y acusa la recepción del macabro y bárbaro trofeo. (Mss. B.N.P.).
Otros testimonios reflejan aspectos de vivo tinte pintoresco. Tal es el caso de
algunos partes de montoneros que describen, según su peculiar percepción,
los uniformes de los soldados del ejército realista, como el Batallón Cantabria,
de color azul con vueltas amarillas, el del Infante, con ropas blancas; el Escua-
drón de los Chilotes, de color verde; el de Granaderos de la Guardia, azules,
con cuello y botas blancas.
Aparte de los principales jefes de guerrilla y montoneras, se acopia en
esta Colección un considerable elenco de otros integrantes de esos cuerpos
irregulares, en buena parte enteramente desconocidos; y muchos de los cuales
fueron actores de no menos señeros lances bélicos. Las semblanzas de todos
esos caudillos, de primer y segundo orden, se enriquecen con los datos que flu-
yen de los testimonios documentales. Florecen los nombres de esos soldados
de raigambre popular, de aventura y de ideal; y surgen una serie interminable
de escaramuzas, combates y escenas de vívido realismo, como el relato, pleno
de hondo dramatismo, del pesar que agobió al valeroso guerrillero Quiroz,
por la heroica muerte de su mujer que lo acompañaba en sus correrías; o los
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