Page 31 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-1
P. 31
Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Guerrillas y montoneras durante la Independencia
* * *
El conjunto documental más importante de la Colección es el que con-
cierne al singular y decisivo aporte de los pueblos y guerrillas patriotas, inicia-
do, como hemos señalado, desde fechas anteriores a la llegada de la Expedi-
ción Libertadora, y que prosiguió sin lapso alguno hasta el final de la campaña.
Tal participación se extendió no sólo a los aportes materiales de toda índole,
como abastecimientos y donativos en efectivo, sino a la contribución personal
de todos los individuos de los más diversos estratos sociales y raciales, sin
discriminación de sexos, ni edades, volcados al unísono en la gesta libertaria;
y el Ejército Expedicionario del Sur, desde su llegada a las costas peruanas, in-
crementó considerablemente sus efectivos a base de los voluntarios y reclutas
peruanos.
Los testimonios de los años 1820 a 1824 y los posteriores que les sirven
de indispensable complemento, confirman ese fervor colectivo, reconocido
por los jefes patriotas, entre ellos, San Martín, Álvarez de Arenales, Rudecindo
Alvarado, Miller, Sucre y el propio Bolívar. Comportan esas fuentes un venero
inagotable acerca de los innumerables episodios bélicos, protagonizados por
las guerrillas y montoneras en todos los puntos del territorio; y de su actua-
ción en las grandes campañas militares de la Independencia. A través de las
rápidas y sorpresivas marchas de esos caudillos, de sus avances y retrocesos
estratégicos, se puede allegar, inclusive, una visión panorámica de todas las
regiones del Perú, en su variada geografía, figurando en ella los más olvidados
pueblos y comunidades y puntos casi desapercibidos de su agreste topografía.
Fueron esas guerrillas y montoneras patriotas uno de los ejes en la
planificación de orden táctico y estratégico y de apoyo logístico al Ejército de
línea. San Martín, desde el 4 de Enero de 1821, al exponer sus planes inme-
diatos, advierte que la guerra no debe ser formal sino de recursos, «tanto más
ventajosa porque se tiene la opinión del país que ni el mayor ejército resiste.
Considera necesario formar partidas cortas de 100 hombres, mandadas por
patriotas conocedores del terreno, los cuales hostilizando al enemigo por sus
costados «deben hacerlo sucumbir al término de dos meses». Insiste en ese
tipo de guerra de partidas, expresando que si en todas partes debe ser conside-
rada entre los aspectos más importantes de una campaña, en vista de los resul-
tados que se pueden obtener con pocos recursos, con tanta mayor razón debía
30