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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Guerrillas y montoneras durante la Independencia
agraciados con cargos y nombramientos de orden militar y político-adminis-
trativo. Guerrilleros y montoneros ostentan grados de Comandantes Ge-
nerales, Comandantes, Coroneles, Capitanes, Sargentos, Mayores, Cabos,
etc.; y se atribuyen pomposos y pintorescos títulos con sabor de «condot-
ta», como los de «Comandante de avanzadas de la Patria», «Comandante
de los bravos», «Capitán de la Patria». Al respecto, Ninavilca afirma, el
30 de Diciembre de 1822, que «todos los Comandantes de partidas se po-
nen galones y no reconocen jefe superior que los mande»; y los propios
guerrilleros se quejan con frecuencia de la falta de un comando único de
guerrillas. En ese ambiente anárquico de las luchas libertarias, se forman
a cada paso nuevos grupos de esa índole por cabecillas que se titulan a sí
mismos «Capitán de partidas», reclutan su gente, ofrecen sostenerla a su
costa y, posteriormente, se presentan a los jefes del ejército regular y a las
autoridades gubernamentales en solicitud de armamentos.
En la etapa de las guerrillas organizadas, en que proliferan ya las
operaciones combinadas con el ejército regular, se acusa la dependencia
jerárquica. Es de señalar, empero, que Isidoro Villar proponía a Tomás
Guido, el año de 1822, que se destacaran oficiales para disciplinar a las
partidas, nombrando Comandantes a los propios jefes guerrilleros. Se
numeran las partidas por regiones, como la 6° partida de la Sierra, y se
distinguen por armas, mencionándose los «Escuadrones de Cazadores»,
«Escuadrones de Lanceros», «Guerrillas de caballería», etc.
Dentro de ese aspecto formal revisten importancia las Instruc-
ciones de guerrillas y de montoneras, que comportan fuentes informati-
vas sobre su composición y estrategia, tanto en el bando patriota como
en el realista. Entre las que figuran en esta Colección, tenemos la del 29
de Julio de 1822, de Paula Otero al Capitán José Urbiola, para la organi-
zación de las partidas de Chacapalpa y Huari, con facultad de nombrar
Cabos y Sargentos; la del 26 de noviembre de ese año, del mismo Pau-
la Otero al Comandante de las Montañas, Sargento Mayor José Fernán-
dez Prada, de contenido táctico, en la cual se le ordena evitar los grandes
encuentros bélicos, pasar estados mensuales de las partidas, los sitios que
ocupan y los armamentos necesarios para equiparlas. De interés decisivo
es la comunicación del 13 de Marzo de 1822, de Rudecindo Alvarado a
Tomás Guido, Ministro de Guerra y Marina, solicitando 200 ejemplares
de la instrucción de guerrillas españolas. Conceptúa que debe adoptarla
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