Page 28 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-1
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Volumen 1
                                                                    Prólogo a la primera edición
            guerrillas de muy escasos integrantes y otras que excedían de cien. En un do-
            cumento de esta Colección se menciona la Partida de Chincha de 60 plazas y
            se advierte que podía incrementarse hasta 100, reuniendo los «de la otra mon-
            taña». Si bien era frecuente, por razones tácticas, la unificación o separación
            de guerrillas, se infiere un plan definido que se orientaba a su organización
            sobre la base de centenas, no obstante lo cual, por los años de 1823, las guerri-
            llas se constituían sobre un número mucho más considerable.
                    En contraposición a esta indecisión del término, aparece muy preciso
            su empleo en el sentido de lucha o encuentro bélico. Los partes de acciones de
            guerra confirman este uso de la denominación. Cabe mencionar, entre otros
            muchos testimonios similares, uno, fechado el 8 de diciembre de 1822, que se
            refiere a una guerrilla que tuvo lugar en Angaraes, de «once horas de comba-
            te», especificándose que «hubo hasta tres formales guerrillas».
                    En lo que respecta al término «montoneras», algunas veces se apun-
            tan diferencias en relación al tipo de armas empleadas, concretamente galgas,
            piedras y hondas; y en otros casos, el criterio parece deducirse de sus formas
            de organización internas. Tal ocurre con una «Partida» de la Oroya cuyo jefe
            declara que ellos «sólo son montoneros», pero que están reuniendo gente para
            aumentarla. Insurgen, en cambio, con características peculiares, las monto-
            neras armadas por los pueblos en defensa propia. A manera de un ejemplo
            ilustrativo, entre los múltiples que se consignan en la Colección, cabe citar un
            parte del caudillo de guerrillas, Fernández Prada, en el cual se indica que «en
            estas montañas no hay partidas, sino montoneras de los pueblos armadas por
            sus Comandantes. Estas fuentes primarias descartan, por otra parte, la reitera-
            da afirmación de que los realistas aplicaban despectivamente el calificativo de
            «montoneros» a los guerrilleros patriotas, porque éstos, a su vez, empleaban
            idéntico término al referirse a las partidas de guerrillas del bando contrario.
                    Las jerarquías y los mandos en estos grupos partidarios eran muy
            elásticas y comportaban frecuentes causales de conflictos. Algunas veces las
            montoneras se supeditaban a los Comandantes de guerrillas que solían desta-
            car cuerpos de ese carácter, como ocurría con el «Escuadrón» del guerrillero
            Toribio Dávalos que contaba con «partidas de montoneros». Al intensificarse
            las campañas de la Emancipación, se evidencia en esos cuerpos irregulares
            el intento de adoptar las formas de organización del ejército de línea, presu-
            miendo, asimismo, de sus clases jerárquicas. Por lo demás este aspecto no es
            fácil de esclarecer porque, como se ha indicado, no pocos guerrilleros fueron



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