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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
             granos que ofrecen sus fértiles campos, y expuestos á frecuentes asaltos cuantos
             veces lo intentase.
                    Es notorio lo que trabajaron los curas de dicha quebrada de Urubam-
             ba en defenderla de las incursiones de los enemigos: pues aunque llegaron al
             pueblo inmediato de Incay, fueron rechazados con escarmiento, y no pudieron
             penetrar lo restante de la provincia. Asimismo es laudable el celo de los curas
             de Cotabambas en cortar de raiz el contagio que cundia en toda aquella provin-
             cia, y la inmediata de Chumbivilcas: porque desolados y muertos los sacrílegos
             Bermudes y Parbina, caudillos principales de Tupac-Amaro, se extinguió ente-
             ramente aquel mal, que no practicaron los clérigos de Paucartambo, tomaron
             las armas y fortaleciendo á los vecinos de esta rica poblacion, sin excepcion
             de las mugeres, que tambien militaban, para impedir el paso á Diego-Tupac
             Amaro, primo de José, que procuraba allanarle con un formidable ejército, con
             el fin de socorrer a este insurgente en el bloqueo del Cuzco: y no lo consiguió,
             sin embargo de haber mantenido el asedio la primera vez mas de tres meses, en
             cuyo espacio tuvo diez y siete combates. Escuso referir otras particularidades de
             curas y eclesiásticos en el resto de la diócesis, porque seria dilatarme mas.
                    Como viese cuanto gravaban estos males, que inmediatamente toca-
             ban en la profanacion del santuario, cuyas quiebras debía reparar, y que aun
             los mas celosos párrocos habian descaecido de su celo, y cedido á la fuerza con
             detrimento de la doctrina eclesiástica y cuidado de su filegresia, que con tanto
             empeño procuré introducir desde mi ingreso á este obispado, determine salir
             de la capital á los pueblos rebelados; y participando al Exmo. Señor Virey de
             este reino la deliberacion con los motivos que me impelian, en carta de 19 de
             Julio del año próximo pasado, me significó con fecha de 10 de Agosto, que, no
             obstante de ser mi permanencia en la ciudad muy útil, y que mi separacion, aun
             á la .mas corta distancia, seria muy sensible al público, pero que en virtud de
             las causas que la motivaban, por ser de la mayor gravedad é importancia, debia
             posponer todo otro respeto, porque se presentaba el de Dios, y me hallaba en
             el caso de desempeñar las primeras obligaciones de mi ministerio. Lo que no
             solo me aprobaba, sino me lo rogaba y encargaba, facultándome con la mayor
             amplitud, para hacer comparecer á los caciques, y me expusiesen las causas que
             dieron mérito a sus excesos, y por su medio suavizar á los demas y concederles
             el perdon, si volvian arrepentidos á la obediencia del Rey. Para cuyo efecto les
             señalase los lugares donde se habian de celebrar los parlamentos de indulto y
             cuanto me pareciese justo, sin dispendio de las leyes del reino, y sin que los



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