Page 570 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
                                                                      Conclusión de la rebelión
            algunas mugeres, cuyos maridos habian perecido en su infame guerra, respon-
            dia que eso debia entenderse á los tres dias de su coronacion en el Cuzco. Estos
            y otros peligrosos dislates, con la profanacion del culto, debian ocupar toda la
            atencion de los párrocos, aunque fuese á costa de sus vidas. Esta doctrina cierta,
            abraza aun á los que no lo son, como lo sostienen Suarez, Ledo, Valencia y otros.
            Y para que en tales casos puedan y deban administrarles sacramentos los curas,
            lo asienta Lecio:— Temere parochos, suos parochianos defendere etiam cum
            periculo vitae, ne sacramenta ministrari impediatur. Y que esto obligue aun en
            tiempo de guerra, lo declara Toledo:— Etiam cum periculo vitae, ne sacramenta
            ministrare impediantur temporalis, puta si forte inimicus eum insequatur quia
            tempus est belli.
                    Si en estos oficios se hubieran contenido solamente mis cuidados, ya
            podiamos contar menos caudal de zozobras: á mas se extendian mis solicitu-
            des. El erario se hallaba exausto, porque todo el dinero que habia en las reales
            cajas se condujo á las de Lima poco antes: los vecinos se hallaban estenuados,
            y algunos que tenian proporcion, se escusaron con frívolos pretestos, y era in-
            dispensable el gasto diario de la contribucion á las tropas. Los almacenes jamas
            tuvieron pólvora, ni otras municiones, porque nunca se meditó esta tragedia: así
            fué necesario proveer prontamente de estos auxilios, por lo que me pareció justo
            convocar mi clero y prelados de las religiones propuse la obligacion de subvenir
            á las urgencias de la patria y del Monarca; y dándoles yo ejemplo en la erogacion
            de 12,000 pesos á mi nombre, y el de los tres monasterios, fueron todos los cuer-
            pos de regulares, curas existentes en la ciudad y clérigos, egecutando lo propio
            segun sus facultades: de modo que se recogieron cerca de 30.000 pesos, fuera de
            mas de 14,000 de depósitos eclesiásticos, que hice dar por via de empréstito, sin
            interes alguno, y posteriormente el cura de San Gerónimo  dió 40,000.
                    Reconociendo las ventajas del enemigo, y la debilidad de nuestras fuer-
            zas, pues la Junta que se llamaba de guerra, solo se la hacia intestina, en las
            competencias que entre sí llevaban los que la componian, que todo se disputaba
            y nada se resolvia; y que si alguna vez se acordó algun expediente favorable
            á nuestra necesidad, nunca se egecutó: no perdonando arbitrio, ni medio que
            contribuyese á defender la patria y cortar la rebelion, me metí á soldado, sin de-
            jar de ser Obispo: y así en lo mas grave de este conflicto, armé al clero secular y
            regular, como en el último subsidio, nombré al Dean de mi catedral, D. Manuel
            de Mendieta, por Comandante de las milicias eclesiásticas, dispuse cuarteles,
            alisté clérigos y colegiales, seminaristas de ambos colegios, y en cuatro compañias,



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