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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
             mal siervo y ministro, ha esparcido el rocio general de la paz. Si Tupac-Amaro
             no asiente á mis consejos, si mis emisarios no trabajan tanto en persuadirle, aun
             exponiendo sus vidas á la ojeriza de los coroneles, que repugnaban su reduc-
             cion, y si no tomo la resolucion de pasar hasta Sícuani, hubiera durado la in-
             quietud mucho tiempo, y acabarian con nosotros. Mas de un año habia corrido
             el movimiento, y en todo él nada mas se adelantó que agotarse las poblaciones
             en los muchos que morian, y otros que se agregaban al enemigo. El erario se
             veia consumido y no se hallaban caudales para sostener una guerra de hostili-
             dad, que nos iban manteniendo los rebeldes, sin presentar descubiertamente el
             cuerpo. De cerro en cerro y de quebrada en quebrada nos fatigaban y destruian
             las experiencias que con frecuencia salian; nada obraban, y solo traian desgracia
             por triunfo: y en la hipótesis de que hubiesemos aprendido á Diego Cristóval,
             seria por milagro, como sucedió con su primo José Gabriel, que burlándose del
             gran ejército que salió en su regimiento, cayó en manos de una infeliz anciana,
             vecina del curato de Langui, llamada Maria Rodriguez, porque por lo natural
             siempre venceria á causa de las muchas ventajas que nos llevaba en tropas, pro-
             visiones y armas, y cuando viniesen de fuera tropas á combatirlo, tomando el
             asilo de la escabrosa provincia de Carabaya, se pondria en estado de eludirlos.
                    Sin estas contingencias y nuevas pérdidas, hemos obtenido por el ca-
             mino de la suavidad, cuanto podia anhelarse. Dejónos Tupac Amaro libre el
             paso de las provincias del Collado, sometiéndose á mi patrocinio, y disfrutar
             las piedades del Rey; y el Señor Inspector D. José del Valle marchó con un corto
             número de tropas á aquellos lugares, sin obstáculo que le embarazase su pací-
             fico viage, siguió su ruta por los pueblos de aquella region, lleno de inciensos y
             pisando flores. Recibíanle con arcos triunfales en obsequio de la paz, como él
             me lo escribió de Azangaro, en 9 de Abril de 1782, otra al corregidor de Tinta,
             D. Francisco Salcedo, con la misma fecha: y á excepcion de tal cual relapso,
             nada tuvo que vencer hasta la provincia de Omasuyos de ese obispado, en cuya
             capital dejó su campamento á establecer el sosiego, mediante las entrevistas que
             se tuvieron con el Señor Presidente de la Audiencia de aquel distrito, y Coman-
             dante General de sus tropas, D. Ignacio Flores, como bien sabe V.S.I.
                    Mientras por aquella via divulgaba el Señor Inspector los privilégios del
             indulto, regresé á mi capital con los consuelos de dejar en Sicuani verdaderos
             monumentos de universal quietud, apetecida en Diego Tupac-Amaro, arrepen-
             tido de sus pasados deslices, y la mayor parte de su familia. Resistia este mi
             salida con lágrimas é importunas súplicas, ó porque me concebia todo el apoyo



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