Page 96 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
extremo dolor: En esta situación de cosas Vuestra Señoría Ilustrísima es todo
mi recurso y consuelo; no pienso insinuarme a Vuestra Señoría Ilustrísima
sin que oiga y atienda mis oficios, enteramente dirigidos al bien público y a la
corrección del rebelde y evitación de los males que se lloran, y otros mayores
que se temen.— Por la que también acompaño se impondrá Vuestra Señoría
Ilustrísima de lo que escribo sobre el asunto al Excelentísimo Señor Virrey y
teniéndolo por conveniente, la pasará Vuestra Señoría Ilustrísima a sus ma-
nos.— Todo vivo enteramente resignado a las disposiciones de Vuestra Seño-
ría Ilustrísima por cuya vida quedo rogando a Nuestro Señor y que le guarde
muchos años. Cuzco y noviembre diez y siete de mil setecientos y ochenta.—
Es copia de la carta que el Señor Obispo del Cuzco escribió al Señor Visitador
General. Doy fe.— Doctor Frias, Secretario.—
(Al margen: Carta)
Ilustrísimo Señor Visitador General Don José Antonio de Areche.—
Ilustrísimo Señor: Muy venerado señor mío: Tengo informado a Vuestra Se-
ñoría Ilustrísima con fecha de 17 y 21 del que corre, sobre el lastimoso esta-
do en que se halla esta capital y provincias, que en ella se contienen con la
inopinada sublevación del Cacique de Tungasuca José Tupa Amaro; y a la
verdad Señor Ilustrísimo se hace increíble el grande cuerpo y progresos, que
ha tomado en un espacio de solo quince días, pues a mi ver van ya a padecer
su último exterminio, si una especial providencia no le corta el rápido vuelo
con que gira este rebelde a apoderarse del reyno, siendo todo este objeto el
de sus miras y ambiciosos designios.— Después de la desgraciada derrota,
que padeció en Sangarará nuestra tropa al comando del finado Corregidor
Don Fernando Cabrera, nos han quedado las mas fatales resultas que pueden
imaginarse a una acción mal premeditada, por que no sólo logró el rebelde
los despojos de armas, municiones, caudales y demás pertrechos, pues era lo
más precioso de nuestra defensa, enflaquecimos con la perdida de cerca de
ochocientos hombres los mas selectos de nuestra gente y con que contabamos
con menos desconfianza, sino también con este primer ataque y victoria, ha
sido tanto lo que se ha incrementado su osadía y el terror, que ha infundido
en los ánimos, que ya podemos asegurar que sus conquistas hace sin armas y
los pueblos se subyugan vilmente a su dominación con solo su nombre.— No
podré dar a Vuestra Señoría Ilustrísima una clara idea de esta verdad con la
relación de algunos sucesos recientes, sin que el corazón penetrado del más
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