Page 94 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
toda la armonía del reyno, si a tiempo no se cura.— Al Cura del Pueblo de
Pampamarca, de cuya jurisdicción es el Cacique, le tengo escrito, que lo per-
suada personalmente a la recipicencia de sus crímenes, sin excusar otros me-
dios, que pueda proporcionarle la cercanía de su Doctrina al pueblo donde se
halla el origen del tumulto; no ha sido fácil poner la carta en aquel sitio, por
los espías que interceptan todos los pliegos que encuentran en el camino; pero
habiendo encargado el porte a los curas de la carrera, desde el de Oropesa,
espero la respuesta con ansia, para lograr algunas luces del estado en que se
halla el culpado y participarlas a esta Junta de Guerra, como lo hago con todas
las demás que me parecen conducentes a la mejor dirección de sus jefes.— No
se ha podido saber a fondo, el mérito que le hubiese dado Don Antonio Arria-
ga para su muerte y movimientos resultantes, pero de la información que ten-
go recibida, por lo respectivo a mi jurisdicción, se viene en conocimiento, de
que el caballero difunto, tenía apurada su providencia con el trato de su genio
áspero y rigor del repartimiento. Este es un motivo de odio y comprende a
todos los corregidores y se ha visto que el Indio los persigue con ardor, según
se vió en Quiquijana y se advierte por la carta, que escribió a un Cacique de
Paucartambo, para que en aquel asiento se practicase con el gobernador lo
mismo, que él había hecho en Tungasuca. Además de esta sugestión, que por
las personas contra quienes se ha dirigido, demuestra son los repartos el ma-
nantial de tantos males, ha usado el Indio de una sagacidad perversa y atrac-
tiva del genio de los indios; a estos se les ha prometido la abolición de tributos
y franqueza de todos pechos, haciéndolos participantes de cuanto roba, por lo
que ha engrosado sus tropas y las aumentará más, a proporción del tiempo
que corre. Sabe Vuestra Señoría las inquietudes y revoluciones que traen las
negociaciones de los corregidores con la libertad, para repartir y cobrar con
crueles arbitrios: Y parece que aunque a costa de los graves perjuicios, que se
han experimentado, se ha de ver en precisión de resolver decisivamente el
exterminio de dichos repartos, no siendo de razón que padezca el dominio del
Rey, diarias perturbaciones, con riesgo de perderse en alguna de ellas, por el
interés particular de algunos individuos, como son los corregidores. Estas
providencias tocan en la superior inteligencia de Vuestra Señoría Ilustrísima,
pero la instancia del día, se reduce a pedir los auxilios, que aquí no se pueden
lograr, menos que Vuestra Señoría Ilustrísima interponga su autoridad, para
que sin perdida de tiempo se remitan trescientos soldados de la tropa de esa
capital y se mande que de Arequipa vengan otros tantos, incluyéndose los
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