Page 100 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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             retirada de estas en un Capitán y empleado, entre aquellos que sirven de índi-
             ce al público para las inclinaciones y afectos.— No es de menos consideración
             la insolencia que había recrecido al Indio rebelde con esta noticia, que verosí-
             milmente se le habrá pasado por los espías, que es natural tenga en el vulgo de
             indios, cholos y mestizos, que nos rodean, pues no siendo fácilmente repara-
             bles por su carácter y traje común debemos persuadirnos a que nos observan
             todos los movimientos y aún alcanzan nuestros designios por los efectos que
             ven; y lo que se advierte es que los papelones y cartas que ha internado el re-
             belde, se han visto después que salió fugitivo Don José Andía defraudando
             nuestras compañías de muchas armas y soldados: entre ellos Don Andrés
             Gras. Todos éstos no solo declinan el fuero militar salvando con ignominia
             sus cuerpos: También se llevan consigo sus criados, esclavos y domésticos, en
             que se va una parte considerable de nuestras fuerzas, aún prescindiendo de
             aquellos soldados cuya lista se había formalizado.— Dejo a la consideración
             de Vuestra Señoría Ilustrísima las perniciosas consecuencias que se habrán
             seguido de un mal tan público, como circunstanciado y no puedo omitirle que
             esta afrentosa acción infestó aún el estado eclesiástico y lo que es más notable,
             mi gremio capitular, del que inmediatamente salió para esa capital el Arcedía-
             no Don Simón Jiménez Villalva, llevando tras sí al canónigo Don José Mozo,
             sin que me hubiesen pedido licencia, ni avisándome por una carta los motivos
             de su retirada clandestina: Yo he mandado que les apunten las rentas y así creo
             debe ser, pues aunque los peligros personales de los probendados pueden ex-
             cusarles la asistencia al Coro y aún la residencia en los países donde son bene-
             ficiados, se debe pensar de otro modo, cuando los intereses de la defensa son
             comunes al cuerpo civil y al eclesiástico, y siendo los individuos por su gra-
             duación necesarios para el respeto de la ciudad y para contener a los que pre-
             cipitados del temor no distinguen a los sujetos, cuya conducta deben seguir
             como sobrebresalgan en su representación: Esta forzosa reflexión me ha he-
             cho ver con horror y como injuria la sugestión de varios para poner en salvo
             mi persona, expuesta como principal objeto al furor del rebelde irritado con
             las censuras y pastorales, que posteriormente he dirigido a mis curas, para
             que fijen con sus continuas exhortaciones en los corazones de sus feligreses la
             fidelidad y amor al Rey, apartándolos de las seducciones del fanático, a quien
             no se ocultan aún mis operaciones en esta ciudad: En lo concerniente a los
             preparativos de guerra y de la compañía de más de doscientos eclesiásticos,
             que públicamente asisten al ejercicio común con armas entregadas por mí al



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