Page 91 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
sentidos del ánimo, solo si he sentido, sin dejar de ser agradecido a mi voca-
ción, el no poderme disponer para la defensa, con la franqueza de un hombre
secular: despojado de mi carácter, hubiera entrado en otros designios que die-
ran a entender, que mucho mejor es morir con honra, que vivir sin ella; pero
ya no he podido deponer el báculo, por tomar la espada, he contribuído a los
preparativos de la defensa, sin reservar todo el resto de mis facultades; y pue-
do decir a Vuestra Señoría Ilustrísima con aquella confianza, a que me eleva el
honor que tengo en mi amistad sincera, que si no me he desprendido del ca-
rácter episcopal, por revestirme del militar, he conseguido el uno, sin abando-
nar el otro, conciliando los dos por mi afecto al Estado.— Luego que llegaron
las noticias de la sublevación a esta ciudad, practiqué los primeros deberes, a
que nos empeña la religión: pasé todos los oficios necesarios a mi Iglesia Ca-
tedral y a las demás de los regulares, de ambos sexos, para que implorasen las
misericordias del Señor, Dios de los ejércitos, con oraciones, penitencias y
súplicas a los santos, a fin de que movido el cielo con la meditación de los
justos bienaventurados y viadores de esta Capital, consigamos hacer una re-
sistencia, que satisfaga nuestras conciencias, para con Dios y el Rey. Mis órde-
nes se ejecutaron prontamente, procediéndose a una rogativa general, con las
imágenes sagradas, en cuya devoción se interesa más la religión de los indios
y su permanencia en la fe, como es la del Señor de los Temblores y de Nuestra
Señora de Belén, que mandé se trajese procesionalmente desde su parroquia,
haciendo comprender a los indios, que la guerra contra el rebelde, se miraba
como punto de religión, que deben atender, según la calidad de cristianos.
Ellos son muy adictos a estos simulacros de Cristo y su Santísima Madre; y
como por otra . parte, son acérrimos seguidores de las tradiciones; aún en
materias concernientes al culto divino, pues se advierte que /. la mayor solem-
nidad de las fiestas que hay por acá, la costean ellos, señalándose con las que
corresponden a las dos efigies, que les he presentado a la vista, consideré sería
medio oportuno, para asegurarles la fidelidad este arbitrio.— Estas disposi-
ciones, que son de la clase de espirituales, pedían las diligencias que tocan en
lo temporal y en éstas no he perdonado, aún las personas sagradas para sub-
venir a la indigencia pública de todos modos. Formé una asamblea de todos
mis prebendados y superiores regulares, que fueron convocados por oficios
que se instruyeron con otros varios a distintas horas del día y de la noche,
como lo pedía el tiempo. En este congreso, les propuse a todos los asistentes,
que la causa era de Dios y que ni podía dejarlo de ser, siendo del Rey; que ya
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