Page 99 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
que han acreditado los gremios eclesiásticos su amor al real servicio, voluntad
de la contribución mucho mas que por su entidad.— Nuestro Señor guarde a
Vuestra Señoría Ilustrísima muchos años. Cuzco y noviembre 29 de 1780.—
Juan Manuel Obispo del Cuzco. Es copia de la carta original que escribió el
Señor Obispo del Cuzco al Señor Visitador General, doy fe.— Doctor José
Domingo de Frias, Secretario.—
(Al margen: Carta)
Ilustrísimo Señor Visitador General Don José Antonio de Areche.—
Señor de mi mayor veneración: Logro la oportunidad de participarle a Vues-
tra Señoría Ilustrísima las noticias que ocurren sobre los fatales incidentes
que continúan la cadena de nuestros desconsuelos y aunque se interesa mu-
cho el corazón de Vuestra Señoría Ilustrísima en estos sentimientos por su
alta fidelidad al soberano y notoria propensión al beneficio de esta América,
con todo me juzgo obligado a comunicarle las especies que le causarán el mas
vivo dolor, no puedo suprimirlas por que son útiles al manejo del gobierno
que pide la calamidad del día.— Después de la derrota que padeció nuestro
ejército en el pueblo de Sangarará por la multitud de indios y mestizos rebel-
des, o lo que es más cierto, por la mala situación que se tomó, embarazados
nuestros españoles con las paredes de la plaza y reclusión en la iglesia ha sido
imponderable el abatimiento de ánimo en que cayó este vecindario, sin excep-
ción de las milicias; pero aún llegó a un grado superior la desconfianza a vista
de un escándalo el más pernicioso que podía darse a la república, por un su-
jeto de quien solo debían esperarse ejemplos de lealtad, firmeza y posterga-
ción de los intereses particulares al bien común.— Este hombre ingrato a las
gracias del Rey y al fomento que ha merecido a esa ciudad es el Contador de
la Caja Don José Andía, quien desertó del Cuartel, a fin de poner a cubierto de
los riesgos que nos amenazan su persona y la de su mujer con toda su familia:
Faltan voces para significar la execrable deformidad de este crimen. En cual-
quiera ocasión es muy reprensible la deserción de un militar o de cualquier
vecino, responsable a la defensa de la patria; pero con ésta reviste el delito
otras circunstancias que lo agravan hasta ponerlo en una eminencia apenas
accesible a la admiración. El caballero Andía era oficial de Plaza Mayor, a su
cargo estaba la Compañía de la Nobleza en cuyo honor teníamos colocada
toda la esperanza: El lugar estaba, como todavía está consternado con la des-
gracia de la expedición pasada y no restaba para su conflicto último, sino una
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