Page 89 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            calabozos de los que tenía fabricado el indio con disimulo, como si sólo fue-
            sen piezas para su morada y establecimiento de la familia.— No paró en estas
            adquisiciones el artificio del indio, luego que concluyó la muerte del Corregi-
            dor, pasó con todas sus tropas al obraje de Pomacanche, en que abiertas las
            puertas, dió libertad a todos los presos y hechó la demás gente que adminis-
            traba las oficinas, éstas fueron quemadas y toda la ropa y materiales que había
            en los almacenes, se abandonaron al pillaje de los indios, cuya pérdida asegu-
            ra el interesado Don Isidro de Guizasola, pasa de cien mil pesos y don Sebas-
            tián de Ocampo, más de treinta mil pesos. Pero el grado mayor de la osadía,
            fue haber adelantado su marcha el Cacique con toda su gente hasta el pueblo
            de Quiquijana, en cuya plaza acampó, dejándose ver muy brillante con los
            despojos del corregidor: esto es con un jaez muy costoso, volante y calzones
            de terciopelo negro y chupa de tisuo, y hebillas de oro, empuñando el mismo
            bastón que había usurpado. De este pueblo, que está situado en el camino real
            a distancia de diez leguas de la ciudad, pasó el indio a verificar el estrago, que
            había hecho en el obraje de Pomacanche, en el de Parupujio, que también
            quemó y destruyó, entregando al saco de su gente toda la ropa labrada y los
            materiales que había; con este auxilio ha engrosado su tropa, pagando de suel-
            do dos reales por dia, al soldado indio y al español cuatro, logrando por este
            medio interesarse más compañías, que verosímilmente, componen el número
            de diez mil indios, fuera .de más de seiscientos mestizos, de los que llevan
            muchas armas de fuego, que astutamente robó el indio del finado Corregi-
            dor.— El principal empeño, que lo condujo al pueblo de Quiquijana, fue ahor-
            car al corregidor Don Fernando Cabrera y robarle, lo que hubiera logrado si
            su fortuna no le previene la llegada del Cura de Tinta, que venía acosado del
            rebelde y avisándole la intención seria, que sobre ellos traía aprovechando las
            pocas horas, hizo su retirada la propia noche a esta capital. Al amanecer se
            dejó ver Tupa Amaro, con una formidable comitiva militar y se enderezó
            prontamente a la casa del Corregidor y no encontrándolo, pegó su furia con
            dos mil pesos en plata, sus muebles, vestidos y utensilios, y después se retiró a
            la casa de cabildo, a conferir sus reprobados designios con los caciques de
            aquel pueblo y aseguran se han declarado a su favor.— Hecha la devastación
            del obraje de Parupujio y dejadas espías por cuadras, se ha retirado al pueblo
            de Tungasuca, con toda la guarnición, que dicen lo asegura en un sitio defen-
            dido por su misma entrada, que es bien estrecha y aunque tiene otras, no son
            de mayor ensanche y comodidad para el ingreso.— Hasta aquí solo he ministrado



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