Page 691 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
preciso procurar contener la gente para formar en debido lugar y con tiempo
nuestra campaña. Recorriéronse los cuerpos muertos de los enemigos que se ha-
llaron allí de presente hasta doscientos, fuera de los que quedaron en caminos
extraviados y entre ellos se halló el Felipe Bermúdez, ricamente vestido, y el Tomás
Parvina, a su lado, y otros de representación española, que no conocimos, se les
cortaron a aquellos las cabezas, que con muchos vítores se trajeron en las puntas
de las lanzas a nuestro real y con la debida autorización de ser de los tales, se remi-
ten en esta oportunidad al Señor Visitador General: Asimismo, se encontró en el
campo el cañón de los rebeldes, con su cureña corriente y demás pertrechos, un
cajón de pólvora con ochenta cartuchos, doscientas balas, entre grandes y peque-
ñas, haciéndose notable el que Don Antonio Garrido, conociese ser estas mismas
balas las que por la Real Junta de Guerra, se le mandaron hacer en esa ciudad para
la defensa de ella. Alguno otro papel se le hallaron a Parvina y a Felipe Bermúdez
en sus fartriqueras, que se le sacó de ellas el dicho Teniente Coronel Doctor Don
Julián de Capetillo, que igualmente los entregó a los señores comandantes. El dia
veintidos, levantamos nuestro campo y pasamos a Santo Tomás; con terror y
asombro, así de estos vecinos como de toda la Provincia, llegamos a su plaza y
formada nuestra tropa en la plaza, puestas las cabezas de Felipe Bermúdez y To-
más Parvina en la horca, colocada la bandera de Su Majestad en el centro de la
plaza, se publicó, a usanza de guerra, el bando de indulto que la piadosísima dis-
posición y notoria cordura del Señor Visitador General tiene ordenado; el que
igualmente se les hizo entender en su lengua y fueron absueltos estos infelices, así
de la pena que sus atentados tenían merecida, como de la excomunión que contra
ellos tuvo fulminada, la integridad y constante justificación del Ilustrísimo Señor
Doctor Don Juan Manuel de Moscoso. Difundida la noticia en la Provincia, ocu-
rrieron los pueblos de Colquemarca y Velille, implorando la real benignidad, llo-
rando y confesando la horrenda y desastrada atrocidad con que los tenían las
diabólicas sugestiones de los viles y sediciosos tumultuarios, en cuya atención
pensamos pasar a indultarlos mañana veinticinco del que expira.— Ultimamente
coronóse todos nuestros gustos, con haberse restituído el Señor Cura de Chuqui-
bamba y su hermano Don Antonio Santisteban desde Velille, porque temeroros
los que lo conducían de nuestra feliz victoria, los regresaron por sus súplicas a
Chamaca, donde el Señor Cura de esta Doctrina los puso en libertad. Nuestro
Señor guarde a Vuestra Señoría Ilustrísima muchos años. Santo Tomás y marzo
veinticuatro de mil setecientos ochenta y uno.— Besamos las manos de Vuestra
Señoría Ilustrísima sus más humildes súbditos capellanes.— Francisco Montejo.—
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