Page 690 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
P. 690
Volumen 3
Inicio de la rebelión
mismos efectos que se consibieron en la mente, pues marchando hasta la misma
quebrada del camino, se mandó atacar con igual movimiento nuestras tres dichas
columnas. Los enemigos empezaron igualmente y con el mismo rigor su defensa
con algunos fusiles y escopetas que tenían, con galgas y sus honderos y con la sin
igual ventaja de un cañón, comandados del famoso General de Tupa Amaro, Feli-
pe Bermúdez, y de su malvado Coronel, Tomás Parvina: trabóse de una y otra
parte la batalla y a nuestro primer movimiento dispararon los rebeldes un cañona-
zo que solo efectuó algún pavor en los nuestros, pero alentados por nosotros,
asegurándoles que eran camaretas, empezaron luego a subir las dos columnas con
la mayor bizarría, la escabrocidad de sus lugares destinados al cual mas intrépido
y valeroso, menudeando los fusileros con tal primoroso tesón, que no le aventaja-
rían la más florida tropa veterana; y con igual sentimiento y desembarazo los
acompañaban los indios de sus respectivas columnas. No portándose con menos
bizaría la columna izquierda en sus destinos, de suerte, que turbados los rebeldes
de nuestra serenidad y vigoroso acometimiento no supieron donde se hallaba y
como pudieron dispararon dos o tres cañonazos; pero ya era imbécil toda su dili-
gencia, porque las mismas alturas de ellas, no resguardaban de su cañón y en un
mismo instante llegaron las tres columnas a ganarles las alturas y cortando al mis-
mo tiempo el ala izquierda la retaguardia de la loma superior, en donde estaban los
principales contrarios jefes, se vieron éstos precisados a entregar las vidas y defen-
derse hasta el último aliento, como a la verdad lo ejecutaron con valor, que se hi-
cieron notable a todos nosotros el Felipe Bermúdez, como el Tomás Parvina y
otros muchos españoles de alguna representación, con varios indios rebeldes que
quedaron trágicas tumbas de aquel campo; y concluída con la dicha prosperidad
esta primera dificultad, al parecer insuperable, se les picó con el mayor empeño
sobre dos leguas la retaguardia a los restantes viles enemigos, que errantes por
distintas sendas, no hallaban seguro efugio en ninguna parte; no debiéndose asi-
mismo pasar en silencio el igual esfuerzo y empeño de los demás señores curas,
que asistieron, don Tomás Manuel de Gorvenia, Cura propio de la Doctrina de
Marnara; don Pablo Luis de Cabrera, de la Airiguanca; y Don Manuel de Cabrera,
de Pituguanca, pues con igual ardor y celo esforzaban la gente de su comando,
como tan interesados en el objeto de todos, ni menos. los valerosos espíritus y
gallardía de los señores comandantes principales expresados con sus compañeros,
los tenientes coroneles Don Francisco de Laysequilla y el Doctor Don Julián de
Capetillo, que siempre al frente de su columna fueron ejemplo a todos los demás;
duró esta refriega desde las doce del dia hasta las cuatro de la tarde, que fue ya
689