Page 685 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            cuya armoniosa disposición al paso que lisonjeaba la vista, nos servía del más be-
            licoso incentivo y de terror a los indignos traidores, que de la otra parte del segun-
            do brazo del río, se avistaron en varias turbas, con distintas banderas y escaramu-
            zas irrisorias, en que mostraban bien el esfuerzo que necesitaban sus ánimos para
            no huir luego a vista de nuestra sería y gallarda marcha.— A las dos de la tarde
            venimos a encontrar uno y otro ejército en el vado del brazo del río que llaman
            Layo, situándose ellos desde el bagio de la quebrada hasta la eminencia de un cerro
            acantillado con varios farallones y escabrocidades que denominan Chuquillca:
            mas, sin embargo de la ventajosa superioridad del terreno de éstos y de la muche-
            dumbre que aparentaban, aún más cuantiosa fue la nuestra, se determinó por
            consulta de todos dar la batalla que nos presentaban, fiados de nuestra buena
            disposición, como en los generosos ánimos que advertimos en nuestra gente y
            atentos a que la posición enemiga hacia tres laderas de bastante capacidad, respec-
            tivas a nuestras tres columnas, , se mandó marchase la derecha con veinte fusileros
            al frente y otros tantos rejoneros, a la dirección del Señor Cura de Guayllate, a
            coger la altura de aquella parte, que era la más superior: marchó en fin esta colum-
            na, procurando pasar el río, antes que los ruines contrarios dominasen entera-
            mente el labio de los márgenes de aquella banda, con igual advertencia procura-
            ban coronarlo: Y aunque el dicho Cura comandante, no consiguió ganar esta
            delantera con toda su columna, pero lo logró casi con la mitad y adelantándose
            con cuanta diligencia le fue posible con este trozo, se puso en estado de poder
            batir a los enemigos y hacer a lo menos su defensa con mediana proporción; lo que
            observado por aquellos empezaron a intimidarse en la continuación de su bajada.
            En cuya atención esforzando el dicho Cura a su gente y en amago de hacer fuego
            por compañías de a cuatro por frente se retiraban con gran cuidado los rebeldes,
            sin esperar a entrar a tiro de los fusiles; lo que conocido por el referido Coman-
            dante Cura, empezó a ganarles terreno y a proporcionar que la ladera se abría, se
            iban disponiendo los indios de esta columna en dos divisiones y en medio los
            batidores, gobernados aquellos por sus respectivas doctrinas de los señores curas
            Don Tomás de Gorvenia, Cura de Marnara, y el Licenciado Don Pablo Luis de
            Cabrera, de Tirihuanca, que con igual. espíritu y celo, se empeñaban en alentarlos
            y dirigirlos hacia donde convenía, lo que proporcionó desalojarlos con precipita-
            ción de aquellas alturas hasta la misma muralla del cerro, en donde mandó el ex-
            presado comandante hacer alto, dando lugar a que las columnas del medio e iz-
            quierda, cojiesen la misma altura por sus destinadas sendas, entreteniéndolos con
            amagos y exhortándoles a que se redujesen. En breve llegamos a sus puestos las



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