Page 680 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
                                                                         Inicio de la rebelión
            se les dió a los enemigos, que se ganó un cañón bueno, mucha pólvora, caballos
            ensillados, muchas providencias de comidas y halas de cañón, que fueron fabrica-
            das en esa ciudad, como las tiene reconocidas entregados al Señor Comandante,
            como nos lo aseguran. Volviendo a nuestro General Laysequilla, debemos parti-
            cipar a Vuesa Merced, que es el terror de toda esta provincia alzada, pues desde su
            ingreso en ella, fue manifestando la gente alguna cobardía y esperamos tener con
            él mayores felicidades si nos vuelven acometer. Se siente que este Señor esté algo
            indispuesto con el dolor de pecho, que se le ha renovado por la pedrada, que dice
            le había tirado en la batalla de Piccho; y hoy con las nevadas y punas que experi-
            menta, se le ha renovado el dolor con fuerza: toda la gente de Santo Tomás queda
            perdonada, pero no hay forma que se recoja todo al pueblo, de los cerros donde se
            halla esparcida. La de Colquemarca, Velille y Chamaca, piden también perdón y
            solo la de Livitaca, queda aún armándose contra nosotros, pero breve le daremos
            su merecido, sino se rinde. A nuestro amabilísimo e Ilustrísimo Prelado y al Señor
            Visitador General a cuyos pies nos pondrá Vuesa Merced, les significará, lo que en
            esta llevamos sucintamente referido, remitiéndonos en todo, a otras plumas proli-
            jas y les agradecerá las honoríficas expresiones que a favor de nosotros dos compa-
            ñeros de Vuesa Merced se han dignado vertir, asegurándoles que si conocen que
            nosotros podemos servir en algo, nos hagan el honor y favor de comunicarnos
            preceptos y órdenes de su mayor complacencia, que las ejecutaremos pronto y
            en lo que nos encargan nunca desmayaremos, sino antes nos empeñaremos mas
            y mas en manifestar nuestra obediencia, servicio y lealtad a nuestro soberano. El
            procedimiento de los rebeldes contra nosotros los eclesiásticos ha crecido con la
            mayor irregularidad y crueldad que puede esperar, pues sin quedar convencidos
            por ningunas razones, pretenden colgarnos en Livitaca a los que pescasen y ha-
            biendo Chuquiguanca querido ejemplarizar con el Señor Cura de Chuquibamba
            y su hermano, que a ese fin los llevó presos a la cárcel de Chamaca, donde un
            piadoso indio, estando ya para que los pasasen a Livitaca, participó secretamente
            a su Cura el Doctor Don Ignacio Santisteban, la sentencia de horca que tenían los
            dichos y que iban ya a ejecutar, los redimió dicho Doctor Don Ignacio con toda su
            gente y se vino con ellos ayer veinte y tres a este Santo Tomás, donde nos hemos
            juntado todos y mañana veinticinco se pasa esta tropa mayor para Colquemarca y
            nosotros dos con nuestra gente a la Doctrina. Ya había sabido Vuesa Merced como
            el Doctor Don Juan de Luna, Ayudante de Chamaca, estaba preso en poder del
            sacrílego Tupa Amaro, quien con título de Cura de Omacha lo soltó y se vino el
            pobre acabado de piojos, maltratado y cuenta (dice su compañero), que por cama



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