Page 682 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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                    (Al margen: Carta para Parvina)

                    Mi querido hijo Don Tomás Parvina: la piedad y el estado de sacerdotes
            nos mueven a compasión de mirar por esa pobre alma de Usted y los demás de
            sus compañeros, que se hallan excomulgados por traidores a Dios, al Rey y al
            público, estando en manos de Usted el salvar sus dichas almas y libertar sus vidas
            en la piedad tan notoria del Señor Visitador General, que en todo su anhelo tiene
            puesto en el beneficio de los vasallos de nuestro Rey y Señor, y a todos los delin-
            cuentes de la clase de Usted, que se le están presentando arrepentidos, es constante
            les perdona la vida con gran generosidad y lástima: Dicho Señor Visitador nos ha
            puesto en esta Provincia por Corregidor, que se halla en este pueblo el General
            Don Francisco de Laysequilla con todas sus facultades; a este sujeto Usted y todos
            lo conocemos y sabemos su corazón tan propenso a hacer bien y parlando con él,
            sobre el asunto de la ingratitud de ustedes a Dios y al Rey, nos ha dicho que, está
            muy compadecido y que si Usted se le presentara secretamente, lo perdonará y lo
            amparará en todos sus trabajos y así se lo prevenimos a Usted, para que no pierda.
            tiempo y logre esta ocasión, antes que con la tropa y armas, que en tanta abun-
            dancia trae y han esparcido por todas partes, y es imposible que ustedes escapen,
            ni es dable se queden sin castigo, pues ni Dios lo puede permitir, ni la autoridad
            de un Rey tan poderoso y dueño legítimo de todo este nuevo mundo; en este su-
            puesto Usted haga lo que le pareciese, que nosotros en avisarle hemos cumplido,
            como Ministros verdaderos de Dios, a quien pedimos en nuestras oraciones le de
            a Usted la luz de cristiano, que necesita en esta ocasión tan lastimosa y desastre de
            su pobre alma. Quiñota y marzo trece de mil setecientos ochenta y uno, de Usted
            sus afectos capellanes, que deseamos su remedio.— Pedro Moscoso.— Manuel
            Mariano Alvarez.—

                    (Al margen: Respuesta).

                    Señor Doctor Don Pedro Moscoso y Doctor Don Manuel Alvarez.— Muy
            señores: míos y de mí veneración, con la de ustedes he quedado agradecido de la
            buena memoria que hacen de mi persona; pero de lo que que me dicen ustedes
            estoy excomulgado, debo decirles, no se que fundamento halla cualquiera, ni que
            potestad tiene para castigar a mi pobre alma con semejantes penas y siendo yo
            indio, mas cuando no he delinquido en nada, sino defender en primer lugar la
            ley de Dios que estaba casi borrada, causada de la mala versación de los ladrones
            corregidores y que los naturales no conocían más Dios que a estos malvados; y
            en el segundo a mi Rey Don Carlos Tercero (que Dios guarde) con protesta de


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