Page 683 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            que sin que haya corregidores, ni otros falsos ministerios, que nos hostilicen en
            nuestras tierras, tenga mayor aumento en su real haber, cuya ansía nos concederá
            Dios y haremos constar al mundo mediante su divina gracia. A este mismo fin
            tiene hecho informe a Su Majestad el Inga Don José Gabriel Tupa Amaro, cuyo
            auto mandó publicar en todas las provincias para que supiesemos su cristiano
            proceder y tan propenso en servir a ambas majestades; lo mismo al Señor Visita-
            dor General, para que sepa, que no vamos a oponernos ni contra Dios, ni contra
            el Rey, como nos denominan esos ladrones de los corregidores, para de este modo
            oscurecer sus inícuos procederes, haciéndonos a nosotros dignos de castigo. Por
            cierto, buen modo de perdonar tiene dicho Señor Visitador General, que manda
            destruir pueblos, matar gente sin los auxilios sacramentales, como si fuéramos
            herejes, degollando cristianos y a sus madres, y robándonos cuanto tenemos, sus
            inícuos soldados, con cuyos hechos nada han de remediar, estando nosotros siem-
            pre a la mira de defendernos, poniendo cuantos medios sea posible, para tener
            algún descanso en el futuro. Quedan ustedes respondidos y con Dios, a quien
            pido guarde a ustedes muy dilatados años. Colquemarca y marzo diez y ocho de
            mil setecientos ochenta y uno.— Besa la mano de ustedes, su mas atento y seguro
            servidor. Tomás Parvina Quispe.—




                    (Al margen: Carta a Su Ilustrísima de los Curas de Cotabambas).

                    Ilustrísimo Señor.— Señor: arregladas ya las tropas de nuestra expedición
            en Aquira por los señores Comandantes, el Coronel de los reales ejércitos Don
            Domingo Marnara y el General Don José Acuña, en aquella madura disposición
            que corresponde a la constante juiciosidad, celo y despejo militar de estos señores
            y del General Don Francisco de Laysequilla, como también el Auditor de Guerra,
            el Teniente Coronel Doctor Don Julián de Capetillo, como tengo impartido a su
            Señoría Ilustrísima, salimos en fin de este pueblo el día quince de la fecha, con el
            designio de ingresarnos a la Provincia de Chumbivilcas, descabezando el río de
            Santo Tomás por el vado que llaman de Yavina, cuyo acierto en la resolución de
            este camino lo acreditó bien la experiencia, así por sus espaciosas y claras sendas,
            como porque habiendo llegado a las márgenes de este vado nuestras tropas el día
            diez y ocho, sin embargo de ser este tránsito del río el mas oportuno para la facili-
            dad de pasar nuestras tropas; encontramos en la banda opuesta a los rebeldes
            traidores que nos disputaban el paso con empeño, con cuya novedad hecho alto
            nuestras tropas, se les intimó con la mayor suavidad y ternura que fue posible, que


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