Page 677 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
falta del opósito al traidor, árbitro, dueño del Collado, contagió aquellas provin-
cias, engrosó con ellas sus tropas, destruyó las haciendas que mantenían de gana-
dos las ciudades, cuya falta las ha de reducir a una pesada indigencia; seduciendo
a los indios ha sembrado heréticos errores contra dogmas de fe rebelados, porque
haciéndoles caer la pronta resurrección de los que mueren en su servicio, los em-
peñará a sacrificarse en los combates: estos infelices siempre vacilantes en la reli-
gión, la han abandonado hasta el punto de infractores de las inmunidades de las
iglesias, violándolas con sacrilegios y atentados contra el sacerdocio y debilitando
la autoridad del Rey, porque nadie se personaba en su causa, ha convertido en re-
beldes a la Corona de España, a unos rendidos vasallos del mas grande de los re-
yes. El Cabildo de aquella ciudad representó a su corregidor, que el donativo con
que había servido a Su Majestad el vecindario; era para invertirlo en la expedición
ejecutiva que se meditaba para atacar al rebelde y cortarle las ideas de invadirla;
pero sufrió la misma repulsa. En revista que se pasó de aquella tropa, se reconoció
ascender a ocho mil hombres la de infantería y a mil y quinientos la de caballería,
expedita hasta con remudas, sin que se hubiese puesto en movimiento hasta mi
salida. A esto dió mérito la noticia de la destrucción en que hoy se halla mi casa y
el grave cuidado de mi familia, de la que no supe en muchos meses. Habiendo
llegado a esta ciudad, me presenté al Señor Visitador General por si gustaba su
Señoría destinar mi persona en el servicio del Rey. Como el contínuo concurso
que de ordinario rodea a Vuesa Señoría Ilustrísima no me permite conferir estos
asuntos de palabra, me ha parecido exponerlos por escrito para dar una breve idea
de lo mas notable. Nuestro Señor guarde a Vuesa Señoría Ilustrísima muchos
años. Cuzco y marzo veinte y uno de mil setecientos ochenta y uno. Besa la mano
de Vuesa Señoría Ilustrísima su rendido primo y atento servidor.— Ramón Mos-
coso.—
Ilustrísimo Señor.— Estando en el pueblo de Lares a diez días de enero, el
mes pasado, me hallé sumamente confundido por los indios rebeldes, que inten-
taron quitarme la vida o llevarme preso donde el indio José Tupa Amaro, por su
orden, por haber contenido a los indios de Lares y no pudiendo remediar el gran
peligro, emprendí fuga al puente de Urubamba, donde me encontré con dos autos
del Señor Virrey sobre la quitada o extinsión del reparto; y el otro sobre el perdón
a los sublevados, pero no había quien promulgase, ni quien se animase a pasar a
estos pueblos a declarar dichos autos, en aquel entonces que estaban furiosos los
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