Page 573 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            severos, como el de la amenaza de la vida, pues, para esto tiene, en este dicho
            pueblo una horca. Sin que en esto haya persuación el que los pueda desvane-
            cer de que se quite dicha horca y como me considero un individuo tan solo,
            a vista de tanto poderío ya no es posible persuación, sino ejecución y no si-
            guiéndose de este modo, creo se contamine (lo que Dios no permita), pues, es
            tanta la gente y manadas de indios que van viniendo de estos pueblos vecinos,
            como es toda la provincia de Paucartambo con sus pueblos y estos, según el
            número de voces, se les tiene mandado de que no se muevan de este pueblo
            hasta su aviso y orden, sin determinar sus designios tan depravados y así se
            hallan en una expectativa, sólo sí alertos a cualquier órdenes de improviso que
            les puede sobrevenir. Se dice señor, que el Rebelde no se halla en su lugar de
            Tungasuca y que fue para la provincia de Chumbivilcas a darle su avance al
            corregidor, con noticia que tuvo e que se hizo de bastante oposición, y otros
            de que tiró para Cailloma también al mismo destino de destruir a un cacique.
            Con que así varían de noticias, sin que de nadie pueda fijarse para impartir a
            Vuestra Señoría Ilustrísima por conocer que todos se cautelan de mí de este
            modo carezco asi de noticias, como de gente de satisfacción para lo que pueda
            ocurrir y así ahora sólo por casualidad de haber un mozo español del pueblo
            de Oropesa, logro la oportunidad de escribir a dicho señor, enviando la copia
            del auto que envió por incidencia de la excomunión, el que vá según se relata
            en su original. Es lo que puedo aceverar a Vuestra Señoría Ilustrísima en la
            ocasión presente de todo lo acaecido.— Nuestro Señor guarde la importante
            vida de Vuestra Señoría Ilustrísima lo que ha menester por muchos años. Qui-
            quijana y noviembre, veinte y seis de setecientos ochenta.— Besa la venerable
            mano de Vuestra Señoría Ilustrísima su muy humilde y rendido siervo cape-
            llán.— José Melquiades Fernández de Córdova.


                    (Al margen: Auto).
                    Don José Gabriel de Tupa Amaro, indio de la sangre real y tronco prin-
            cipal.— Haga saber que habiendo llegado a mi noticia de que el cura teniente
            de la doctrina de Quiquijana ha promulgado la voz de que todos los que co-
            adyuvasen y se reuniesen a mi incurren en excomunión digo, que no intervi-
            niendo en asunto contra Dios y religión (la que venero sobre mi cabeza), sino
            sólo a fin de obviar la mala versación y corruptela con que han procedido has-
            ta hoy todos los corregidores, atribuyendo a sus privilegios conseguidos por el
            Rey sus extorsiones, deberán entender que mi ánimo sólo se dirige a exterminar



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